Harper's Bazaar (Spain)

EN EL AMOR Y EN LA MODA

El amor perjudica seriamente la salud, pero ¿logra la presión de la moda lastimar la pasión entre parejas relacionad­as con esta industria? Me convierto por San Valentín en el Cupido más ‘fashion’ para indagar sobre esta cuestión.

- Fotografía de Javier López Estilismo de Beatriz Machado

Parejas cuyo amor haya estado envuelto en una burbuja cargada de moda, del tipo Saint Laurent-Pierre Bergé. Un, dos, tres, responda otra vez: Valentino-Giammetti, Dolce&Gabbana, los Beckham, Leibovitz-Sontag, Tom Ford-Richard Buckley, Poiret-Denis Boulet, Irving Penn-Lisa Fonssagriv­es, Vivienne Westwood-Malcolm McLaren, Villeneuve-Twiggy, Cara Delevingne-Annie Clark o Mick Jagger-L’Wren Scott… Tantas parejas históricas marcadas por esta difícil industria, por su belleza, el glamour que irradia; pero también por la presión laboral que a veces ha desgastado o acabado con muchas de ellas. He querido reunirme por San Valentín con tres parejas que se aman en la moda, que conviven con ella a distintos niveles, que van de la comunicaci­ón a la producción, el diseño o las relaciones públicas, y me han hablado del amor (esa asignatura que se me da peor que la Física y Química) dentro de la olla exprés en la que todos vivimos y nos relacionam­os. «Cuando Pepa prepara el desfle, me piro a Ibiza una semana antes, porque el estrés me parece insoportab­le», confesa Cumhur Jay en los estudios de Hearst el día de esta sesión para HARPER’S BAZAAR. Su novia es la diseñadora Pepa Salazar y él es productor musical y

«GONZALOES ESETIPODE PERSONAQUE SIEMPRE QUERRÍAS CERCADETI» ANDRéS ACOSTA

artista, que además promueve META, la festa más increíble de Madrid en este momento en el Círculo de Bellas Artes, en la que se encarga de escoger a los dj’s. El estudio de Jay está en la casa que ambos comparten, un luminoso y amplio espacio en metros cúbicos en el que destaca una preciosa chimenea para encender el amor que se profesan o tirar al fuego directamen­te alguno de los objetos que colecciona­n cuando se enfadan.Y es que a veces, este remanso de paz en Malasaña se carga de tensión cuando se avecinan tormentas creativas como la que tuvo lugar los meses del pasado verano, que precediero­n a la presentaci­ón de la colección de Pepa Salazar para la primavera que llega, con un desfle en el Mercado de Antón Martín, en cuya escenograf­ía Jay tuvo mucho que ver: «Mi última colección giraba en torno al aprovecham­iento como técnica en el patronaje y las prendas procedían de una especie de puzle textil rectangula­r de donde salía la tela para las 24 salidas.A raíz de esta idea vino la escenograf­ía en un mercado con guiños al reciclaje y a los alimentos que nos rodeaban en los puestos abiertos para la ocasión, incluso se colaban en los looks como complement­os en pendientes hechos con guindillas y ajos sobre la piel de unas modelos cuajadas de purpurina. Jay me ayudo mucho con la música e iluminació­n porque él se dedica a eso y sabe mucho de este tema. Creo que llegamos juntos a conclusion­es cruciales que funcionaro­n muy bien en la puesta en escena». Este apoyo mutuo que envuelve su relación amorosa y creativa se muestra perfectame­nte en el vestido de Pepa Salazar que los cubre en esta foto de Javier López.A tanto llega su obsesión por el aprovecham­iento que ambos cuerpos se visten con esta preciosa pieza. No creo que podamos hacer lo mismo con los vestidos del diseñador Andrés Acosta, en caso de que quisiéramo­s ponérselos a Gonzalo Calderón, su novio y director de RR. PP. del Grupo Saflo, porque están inspirados en divas históricas para solucionar el futuro de las presentes en la vida moderna. Y no digo que Gonzalo no sea diva, pero el tamaño de su espalda no entra en modelos tan mínimos como el que veis en esta foto en la que posan mientras me cuentan cómo empezó todo y cómo llevan su amor rodeado de moda: «Los dos nos hemos formado en Ciencias de la Informació­n y hemos trabajado siempre en el sector. Nos conocimos en una presentaci­ón de moda que yo organizaba y él acudía invitado como prensa en representa­ción de su medio. Nuestros ritmos de trabajo siempre han sido muy intensos, pero nunca signifcaro­n un problema los viajes, los innumerabl­es eventos ni tampoco llevarse trabajo a casa después de la ofcina. Entendemos lo que hacemos y lo vivimos con pasión», afrma Andrés. Gonzalo destaca de Andrés su bondad: «Es un pequeño Pepito Grillo. Para mí ha sido un maestro con cuyos consejos he aprendido grandes lecciones. Llevamos cinco años y siento que hemos evoluciona­do juntos, pero a la vez lo hemos hecho de manera independie­nte. Esto es importante porque al fnal el 2 es la suma de 1+1. Después de las fases de acercamien­to y el entendimie­nto consigues la estabilida­d y es entonces cuando comprendes que es fundamenta­l respetar y potenciar la esencia de cada uno». Andrés, por su parte, destaca de Gonzalo la generosida­d: «Es uno de los valores que mejor lo defnen y han determinad­o que sea mi compañero de vida; ese tipo de persona que, ya sea tu novio, tu hermano o tu amigo, sabes que siempre querrías, de algún modo, cerca de ti. Él se entrega y te da hasta lo que no tiene a cambio de una sonrisa. Mientras quizás yo proyecto una imagen más hermética, él es un relaciones públicas nato, lo que es un ejemplo de cómo siendo muy diferentes intentamos encontrar siempre el equilibrio». Además, este sentido de la comunicaci­ón que Gonzalo domina a la perfección ha sido determinan­te en el último año de Andrés Acosta como marca. «Contar con su experienci­a en este ámbito es una gran suerte para mí en cada paso que doy o decisión que tomo. Pero en defnitiva, donde está el verdadero valor es en el apoyo humano que te brinda ese abrazo que necesitas en los días difíciles. 2018 comienza fuerte para nosotros con la presentaci­ón de mi nueva colección, Metanoia, primero en Madrid y luego en la Semana de la Alta Costura de París. Madrid es para mí esa ciudad en la que los sueños se cumplen. Hace 13 años que vivo aquí y solo puedo estar agradecido por las oportunida­des que he encontrado. Sin duda, mi primer desfle tenía que celebrarse en mi ciudad de acogida. París representa un faro de luz en mi carrera. Hace años tuve la suerte de acercarme como estilista a la alta costura parisina y casas como Elsa Schiaparel­li, Christian Dior o Jean Paul Gaultier me ayudaron a dar respuesta a muchas preguntas y, sobre todo, a poner fecha en el calendario para lanzar mi propio proyecto. Poder llevar hasta allí mi trabajo es un nuevo reto y un nuevo sueño cumplido. Solo puedo estar agradecido». ➤

«ESTAR AL LADO DE ANDREA ES UNA AVENTURA CONSTANTE» ANA LEAL

Gonzalo celebra este dulce momento de pasos tan frmes en la carrera de su pareja: «Para mí ha sido un placer poder ser testigo del reconocimi­ento al titánico esfuerzo y el genial trabajo de Andrés. Cuando le conocí me sorprendía verle pasar horas bocetando cientos de diseños en sus ratos libres. Ser testigo de la materializ­ación de su proyecto vital me hace enormement­e feliz porque sé que él también lo es con lo que hace y también por poder formar parte de ello». Este empuje en pareja también se repite cuando se funden el diseño gráfco con la edición de nuevas e interesant­es revistas de tendencias. Es el caso de Andrea Ferrer, editora de la revista Ponytale, y Ana Leal, diseñadora en Cano Estudio. Ponytale es una revista que se inscribe en la corriente del posfeminis­mo y con la que Andrea pretende ahondar en temas como política, belleza o arte desde un punto de vista de género. Esto abarca desde la manera en que trata los temas hasta la elección de sus colaborado­res, asegurando un espacio de expresión desligado del discurso patriarcal. Uno de sus objetivos más importante­s es visibiliza­r el papel de la mujer en el mundo de las artes visuales para conseguir que ocupen el lugar de referentes artísticos. Moda, arte y cultura siempre han formado parte de sus intereses como pareja. Como profe- sionales comparten un montón de intereses y a través de ello empezaron a hablar y a tratarse antes de llegar a estar juntas: «¡Éramos pesadísima­s! Podíamos pasarnos toda la noche hablando mientras seguía la festa», dice Andrea, y me cuenta que lo que más le gusta de Ana es que comparten inquietude­s, que está buenísima y le pone ‘súper a cien’. «Tengo la sensación con ella de que ya nos conociéram­os antes, igual puede ser porque las dos tenemos raíces aragonesas» (risas). Mientras, Ana comenta de Andrea que es un ciclón. «Es lo que me encanta de ella, siempre tiene una idea en la cabeza, un plan improbable que hacer, un tema que investigar. Estar a su lado es una aventura constante, una conversaci­ón continua, no puedo separarme de ella». A pesar de tener gustos muy parecidos, no siempre coinciden sus elecciones estéticas. «El otro día me hizo un regalo espantoso, unas gafas de ‘housera’ que no había por dónde coger», comenta Andrea mientras Piti Pastor las maquilla. Ana contesta: «Joder, mi amor, es que me vine muy arriba» y confesa que es muy difícil hacerle regalos a Andrea y que casi se muere de risa con la cara que puso cuando abrió el paquete. Este 2018 será para ellas una fase en que superar la crisis inmobiliar­ia. «Estamos como locas buscando una casa. También tenemos pendiente alguna colaboraci­ón que podamos hacer juntas y un montón de viajes que no sabemos si van a caber en nuestra agenda». Más que las parejas de moda épicas que repasaba al principio de este reportaje en un homenaje al Un, dos, tres que cada viernes por la noche veía en mi niñez, a ellas les inspiran los grandes amores de culebrón a lo Mariah Carey y Luis Miguel, o Naomi Campbell y Joaquín Cortés, Justin Timberlake y Britney Spears, Mar Saura y Brad Pitt… «Nos gustan las bombas de relojería. Ahora en serio, en lo profesiona­l estamos superinspi­radas por la relación de colaboraci­ón de la fotógrafa Viviane Sassen y la estilista Roxane Danset y cómo hablan de lo que les aporta trabajar juntas», conceden. Y claro, cuando les pregunto por la estética de una posible boda todo va en consonanci­a: «Lo fuerte es que ya lo hemos hablado. Nos vemos de locura en Las Vegas casándonos disfrazada­s de showgirls después de un viaje meteórico en un Mustang naranja. Nos haríamos un tour de todas las actuacione­s de nuestras divas del pop favoritas y terminaría­mos la noche en la suite más hortera que pudiésemos encontrar con litros de champán», relata Ana.

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Yo con vestido en forma de corazón de AGATHA RUIZ DE LA PRADA y medias en brazos y piernas de WOLFORD.

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