El poder del dibujo
EN UN MOMENTO en el que la escultura, la instalación y el videoarte acaparan las miradas (y gran parte del mercado), empezaron a aparecer en París, Berlín y alguna otra ciudad de animado tejido cultural pequeñas ferias que reivindicaban lo más elemental del arte: el dibujo. La ilustración no solo como fase preparatoria de una obra mayor, sino como un fin en sí mismo. Bajo esta filosofía llegó a Madrid, hace tres años, Drawing Room con ese formato boutique, cada vez más en boga, que apuesta por un número reducido de galerías exquisitamente seleccionadas y la especialización en una sola disciplina. El éxito ha sido tal que en solo dos ediciones ha pasado de celebrarse en un pequeño local en la calle Velázquez a mudarse, para esta tercera, al imponente salón de baile del Cír- culo de Bellas Artes, ampliando el número de galer ías presentes de 19 a 31 y aumentando el espacio para los visitantes. En este evento solo existen obras creadas sobre papel, ese material cargado de encanto sin el cual la historia del arte habría sido otra, y ofrece la posibilidad de conocer el trabajo de jóvenes artistas que le están dando un nuevo auge al género. José Luis Serzo,Agente Morillas, Javier Calleja o Irene González son algunos de ellos. La feria se presenta también como una buena ocasión para quien se inicia en el coleccionismo. No en vano, pueden encontrarse obras desde 300 euros. Q
La feria ‘boutique’ Drawing Room reivindica la importancia del papel en el arte y pone en valor el dibujo como obra en sí misma, más allá del boceto preparatorio.