Harper's Bazaar (Spain)

Sergio Canales y Cristina Llorens, juntos en Vietnam

El futbolista de la Real Sociedad y la periodista y nutricioni­sta cuentan a HARPER’S BAZA AR su periplo por el país asiático entre pagodas, templos y espectacul­ares bahías.

- Por Sergio Canales y Cristina Llorens

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Nuestro viaje comenzó con unos días en Dubái y después en Singapur. En Vietnam estuvimos en total 16 días y nuestra primera parada fue Hanói; allí nos alojamos en un hotel que estaba en pleno barrio antiguo. Nos dio la bienvenida una ola de calor horr ible –estábamos a 45 grados– y lo primero que hicimos fue ir a buscar un banh mi, que es un bocadillo típico con diferentes encurtidos, como zanahoria y cebolleta, carne marinada (también está la versión con tofu), mayonesa y hierbas como el cilantro. Lo primero que nos llamó la atención fue que al intentar cruzar la calle, ni coches, ni motos ni bicicletas se detenían para dejarte pasar. Al fnal tuvimos que optar por cerrar los ojos y cruzar sin mirar. ¡Los vehículos no paran, sino que te van esquivando! Sorprende también ver gallinas y pollos en medio de la ciudad, o señores echándose la siesta en el suelo tranquilam­ente. Y es que allí la vida se hace en la calle. La comida vietnamita es uno de los alicientes del país. A nosotros siempre nos gusta probar la gastronomí­a y en este viaje tuvo mucha importanci­a. En España contratamo­s por Internet un Street Food Tour y un guía nos llevó a diferen- tes sitios de comida en Hanói. Es una de las cosas que sí o sí le recomendam­os a todo el mundo que nos pregunta por Vietnam. Probamos el bun cha (bolas de carne de cerdo servidas con noodles de arroz y lechuga), el pho, que es una sopa caliente con carne, fdeos de arroz y hierbas frescas, los rollitos vietnamita­s y el café con huevo (en Vietnam el café es casi una religión). Aprovecham­os para ir a la bahía de Halong –a dos horas en coche–, que es una joya de la naturaleza y te deja con la boca abierta literalmen­te. Por el camino fuimos parando en algunos pueblecito­s. Nos habían dicho que hoy en día la bahía está un poco masifcada, pero luego es verdad que te subes en un barco típico vietnamita de madera, te alejas, te llevan entre las islas y te van contando la historia. Subes y bajas varias veces y las cuevas que ves son sorprenden­tes. Estás ante una maravilla que es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Una de las cosas que más nos gustó fue ir a Sapa, que está al norte, casi en la frontera con China. Cogimos un tren nocturno que tarda 8 horas. Compramos los billetes con antelación en España y lo que hicimos fue pagar un poco más y reservar un vagón habitación –que es para cuatro personas– para nosotros dos. Nada más llegar te van a buscar a las 6 de la mañana, te asignan un guía y te vas a hacer senderismo (10 horas) por las montañas y por el valle. Es alucinante, la verdad que merece la pena. Por ➤

el camino íbamos parando y comprando comida en los puestos que nos encontrába­mos. Estuvimos ahí un par de días haciendo trekking, que hacía tiempo que no estábamos tan cansados, porque al fnal son 10, 12 horas, depende del ritmo que lleves y la difcultad que quieras ponerle, caminando sin parar. Y allí ves los típicos paisajes de campos de arroz, que estás como en las nubes. Nos quedamos dos días más en Hanói, ya más tranquilam­ente, viendo pagodas y templos, que son increíbles y cada uno tiene su historia. Visitamos el Templo de la literatura, un lugar con mucho encanto y exotismo asiático; la Pagoda del pilar único, uno de los monumentos más emblemátic­os de la capital; la Pagoda Tran Quoc, a las afueras, entre los lagos Ho Tay y Truc Bach, y el Templo Ngoc Son. Después cogimos un avión hacia Hué. Solamente nos quedamos una noche y fuimos para ver la Ciudad Imperial, que es increíble. A continuaci­ón, pusimos rumbo a Hoi An, que nos habían dicho que nos iba a encantar, y nos quedamos allí cinco días. Yo había estado navegando bastante en blogs y en webs antes de ir. Es como un pueblecito que está más hacia el centro del país. A la mayor parte de Hoi An no se puede acceder en coche, solamente en bici y andando. En el hotel ya te facilitan una bicicleta para que te muevas por allí. Vimos el puente japonés, el monumento más mítico y famoso de Hoi An, y lo que nos encantó es que por las noches suelen hacer un ritual en el que encienden velas y piden un deseo.Van mucho los recién casados a hacerse fotos y formular sus peticiones, y también ves a señoras mayores que llevan toda la vida vendiendo las velas. Hay mucha gente que vive alrededor del río y la ciudad está solamente iluminada por farolillos. No nos lo esperábamo­s y nos pareció realmente mágico. Otra cosa que es muy popular allí es hacerse ropa a medida. Trajes, vestidos… Lo que tú quieras. Y son buenos. ¡La verdad es que nos fuimos con las manos llenas! Preguntamo­s en el hotel para que nos dijeran un sitio que estuviera bien. Creo que Sergio se hizo dos conjuntos de ropa y yo puede ser que me hiciera cinco; no sé,

yo creo que les volví locos. Me hice faldas, blusas, vestidos… cosas preciosas, la verdad.Y no tardan nada.Te sacan tus medidas con láser, te dejan tu maniquí hecho a medida, por si acaso quieres llamar algún día por teléfono y encargar la ropa, y al día siguiente la tienes, con la tela que has escogido, y vas te la pruebas y listo. Hicimos un curso de cocina, porque en Hoi An también se come espectacul­ar y la gastronomí­a es muy diferente a la de Hanói. Nos quedamos cuatro días y estuvimos un poco más tranquilos, sobre todo porque hay playa. Puedes ir en bicicleta, en media hora estás allí. Nuestro hotel,Anantara Hoi An Resort, estaba muy bien ubicado para moverte por la zona. Después volamos a Nha Trang, pero esa zona no nos había llamado mucho la atención. Entonces yo encontré una bahía que se llama Ninh Van y que está a unos 45 minutos de Nha Trang. Lo único que tiene son dos hoteles y la verdad es que el nuestro, L’Alyana Ninh Van Bay, era realmente increíble –estás en unas villas enormes–.Y el plan ahí era relax total. El precio es como diez veces más barato que si te vas a un sitio parecido en las Maldivas, por ejemplo, y sinceramen­te no tiene nada que envidiarle. Y además hay bastantes planes para hacer: senderismo por las montañas, salíamos de pesca, puedes ir a bucear... Al ser la primera vez que íbamos aVietnam, y como nos habían dicho que nos iba a encantar, pensamos que casi era mejor disfrutarl­o por partes y si nos gustaba, volver y conocer el sur, que era lo que nos quedaría por ver –Saigón (hoy en día, Ciudad Ho Chi Minh), el Delta del Mekong…–.Y eso fue lo que hicimos, porque si no lo íbamos a visitar muy rápido y no íbamos a disfrutar.

«L o que nos encantó en Hoi An es que por las noches suelen hacer un ritual en el que encienden velas y piden un deseo. […] Nos pareció realmente mágico»

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En un barco en la bahía de Halong.
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 ??  ?? Templo de la literatura en Hanói.
Templo de la literatura en Hanói.
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