Harper's Bazaar (Spain)

La casa de campo de Cordelia de Castellane

Como directora creativa de Baby Dior, CORDELIA DE CASTELLANE conjura un mundo de fantasías infantiles llevadas a la vida en su casa de campo francesa.

- Por Lydia Slater Fotografía de Sophie Carrée

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Visitar la casa de fn de semana de la diseñadora Cordelia de Castellane signifca abandonar la rutina habitual para adentrarse en un cuento de hadas. El ruido y tráfco parisinos dan paso a silenciosa­s carreteras perfladas por plataneras y altos muros sobre los que se atisba las torres de castillos distantes. Dejas la carretera principal para serpentear por un camino que parece acabar abruptamen­te ante unas puertas de hierro forjado.Tras ellas se vislumbra dos elegantes edifcios de piedra caliza con la forma y color de bloques de mantequill­a. «La casa no tiene nombre –explica Castellane–, pero la llamamos Le Bonbon». Frente a una ventana en el piso superior, medio oculto tras una cortina de parra virgen, se encuentra un niño de pelo ondulado.Va vestido totalmente de blanco y sujeta ante sus ojos unos binoculare­s, para vernos mejor. Por un momento tengo la desconcert­ante sensación de que me he adentrado en las páginas de El principito. Y por supuesto que es de lo más apropiado, porque en su rol de directora creativa de Baby Dior, Castellane transmite un exquisito sueño parental, en el que bebés libres de babas visten levitas de seda de organza con dibujos forales, jovencitas de grandes ojos hacen piruetas con bailarinas de piel de cordero y niños de pelo alborotado se someten con felicidad a que les abotonen camisas de popelín con dibujos: un sueño de color de rosa en el que nadie se mancha la ropa de comida. Afortunada­mente, las prendas de Castellane son también para niños reales. Como madre de cuatro (dos hijos adolescent­es, Stanislaus y Andreas, de su matrimonio con Hubert Lanvin, heredero de la famosa casa de moda, además de Clelia, de 7 años, yVadim, el más pequeño, estos últimos fruto de su unión con el banquero Igor de Limur) es plenamente consciente de lo necesario que es que sus diseños sean tanto bellos como prácticos. «Tienes que asegurarte de que el aspecto técnico está bien pensado. Por ejemplo, de que los

cierres son sencillos para que los niños puedan ir solos al baño», defende. Castellane diseña seis coleccione­s anuales para Dior, cada una con su particular historia. Para la última se inspiró en David Bowie. «Vi una exposición [la retrospect­iva itinerante David Bowie is] y me encantó; pensé que su ropa y su universo eran muy tiernos y modernos, y quise diseñar una colección con la que bailar en París», cuenta entre risas. «Pero la inspiració­n inicial la encuentro siempre en los archivos y en el propio Monsieur Dior. Siempre digo que es el chef d’orchestre [director de orquesta]. En su interior era muy infantil, así que es muy sencillo». La moda corre por sus venas. Su prima-Victoire de Castellane es la reputada diseñadora de la línea de alta joyería de Dior, su madre y ambas abuelas compraban alta costura, y su tío, Gilles Dufour, fue la mano derecha de Karl Lagerfeld durante muchos años. «Cada miércoles y sábado íbamos a Chanel, al estudio. Era como mi hogar. Pensé: ‘Esto es lo que me gustaría hacer’», afrma. «Quiero ser diseñadora desde los cinco años. Pero nunca me ha interesado hacer ropa para mí misma. Incluso hoy en día visto de forma muy sencilla», confesa señalando lo que lleva puesto, unos Levi’s viejos, bailarinas de Dior y camiseta a rayas. «Me gusta crear para otros». En su adolescenc­ia, Castellane hizo prácticas en Chanel. «Sacaba Polaroids de las pruebas, vestía y desvestía a Claudia Schiffer, pasaba la aspiradora, conseguía Coca-Colas light para Karl a las 4 de la mañana… Hacía lo que me pedían y me encantó», asegura. Tanto que a los 16 años persuadió a sus padres para que le dejasen abandonar los estudios y trabajar para Emanuel Ungaro, donde pasó los siguientes ocho años: «Era una casa familiar. Me ocupaba de la prensa, cuidaba de los clientes famosos y asistía en el diseño. Fue muy interesant­e ver el proceso completo». También hizo de modelo. «Era joven y delgada –dice con modestia–. Hoy me ➤

«Cada miércoles y sábado íbamos a Chanel, al estudio. Era como mi hogar. Pensé: ‘Esto es lo que me gustaría hacer’», afirma Cordelia de Castellane

moriría». Castellane dejó Ungaro tras el nacimiento de Andreas. «Me tomé un descanso para estar con mis hijos. Pero no podía parar de crear. Cuando estás acostumbra­da a trabajar desde las 8 de la mañana hasta la medianoche no es fácil.Así que me propuse hacer una pequeña línea de ropa infantil».Así nació CdeC, su marca propia, que tuvo un éxito inmediato: la primera tienda abrió en 2007 en la parisina rue du Bac, y la marca se expandió al Reino Unido, Suiza y otros países. En 2012 le ofrecieron ocuparse de Baby Dior. «Estaba muy nerviosa –admite Castellane–. Por primera vez no dormí por la noche». Durante varios años diseñó para ambas marcas. Ahora ha decidido dejar CdeC para centrarse en exclusiva en Baby Dior, lo que le permite tener más tiempo para sus hijos y centrarse en los aspectos del negocio que más le agradan. «Me encanta la alta costura, adoro los talleres, los bordados, los tejidos». Mientras conversamo­s me muestra la casa principal, que es el hogar de una de sus tías. Es una residencia encantador­a con un salón gustaviano iluminado por una lámpara de araña, un vestíbulo cubierto de espejos donde sombreros de paja cuelgan de percheros y una salita en la que hallamos un gran cuadro de un torero y una escultura con forma de perro de Jeff Koons. Castellane ocupa la otra casa, conocida como La Maison des enfants, donde solía quedarse cuando era una niña. Aunque igualmente exuberante y original, la decoración de esta segunda casa es menos formal. El diáfano salón tiene paredes de piedra vista y brilla gracias a una decoración basada en echarpes indios, alfombras africanas y una gran concentrac­ión de espejos. El dormitorio galería de Castellane está poblado de un gran número de conejos de porcelana; Clelia y Vadim duermen debajo, en una deliciosa habitación decorada con toile de Jouy y amueblada con una casa de muñecas rosa. Es fácil comprender por qué Castellane encuentra en este lugar el descanso necesario: «Aquí diseño mucho. Me encantan los prints, y saco muchas ideas de las plantas y las fores».Además cocina, lee y monta a lomos de un semental negro llamado Pétillant por los campos de Chantilly, otro toque más de cuento de hadas. «O solo me siento a ver el horizonte durante horas», concede como Bella Durmiente moderna, aunque esas princesas nunca han necesitado trabajar para vivir.

«Me tomé un descanso para estar con mis hijos. Pero no podía parar de crear. Cuando estás acostumbra­da a trabajar hasta la medianoche no es fácil»

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 ??  ?? De izda. a dcha., exterior con el jardín de rosas y detalles de las estancias de la casa principal. Arriba, la hija de Cordelia, Clelia, con cárdigan de Baby Dior.
De izda. a dcha., exterior con el jardín de rosas y detalles de las estancias de la casa principal. Arriba, la hija de Cordelia, Clelia, con cárdigan de Baby Dior.
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 ??  ?? Diferentes detalles del interior y el exterior de la casa. A la dcha. y abajo, sus cuatro hijos, Stanislaus, Vadim, Clelia y Andreas, todos de Baby Dior.
Diferentes detalles del interior y el exterior de la casa. A la dcha. y abajo, sus cuatro hijos, Stanislaus, Vadim, Clelia y Andreas, todos de Baby Dior.
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