ESCUELA DE COLOR
Visitamos la Academia de España en Roma, una célebre institución donde todavía se forman algunos de los artistas más prometedores y audaces de nuestro país.
Cuando en las escuelas de arte se estudia el Renacimiento aparece ineludiblemente el Tempietto de San Pietro in Montorio o de Bramante, su autor, como el primer edifcio concebido en el estilo que revolucionaría el entender el arte y el pensamiento europeo. La armonía de sus proporciones y su calculada austeridad siguen siendo un icono que cada día suben a dibujar lápiz en mano aprendices de artistas y a fotografar las hordas de turistas que visitan Roma. No en vano se encuentra en una de las laderas desde la que mejores vistas se disfrutan de la Ciudad Eterna. Este sorprendentemente pequeño templo circular se encuentra en el patio de la Academia de España, una institución con casi un siglo y medio de historia que ha sido un referente en el panorama cultural de nuestro país y cuyo prestigio, sin embargo, resulta sorprendentemente desconocido. Grandes fguras del pensamiento han estado vinculadas a ella (Valle-Inclán la dirigió durante varios años) y grandes creadores como el arquitecto Rafael Moneo o el músico Carmelo Bernaola han pasado por allí. Hoy esta mansión situada en lo alto del barrio del Trastévere continúa su actividad concediendo unas becas que permiten a jóvenes artistas residir allí durante nueve meses y crear en un entorno privilegiado. Resulta curiosa la mezcla entre las vetustas instalaciones y el jaleo que genera la hornada de una veintena de becarios que apenas llega a los 30. «El tiempo que pasan aquí es una oportunidad única para ellos y una experiencia que les va a acompañar toda su vida», opina la directora de la academia, María Ángeles Albert. Cur iosamente, el edificio de al lado, otro caserón encaramado en la colina, es la Embajada de España en Roma. En uno de sus salones nos recibe su actual inquilino, el embajador Jesús Manuel Gracia Aldaz, quien como gran conocedor de la academia que es explica algunos de sus secretos. «Cada año se presentan unos mil candidatos y la selección fnal la hace un comité formado por directores de museos, críticos de arte, académicos… Al fnal se tiene en cuenta el proyecto que presentan, pero también el entusiasmo y las ganas de aprender y convivir en este lugar tan especial. Ahora mismo se ha juntado un grupo muy creativo del que seguro que salen muchas cosas interesantes». Entre los residentes hay pintores, dibujantes de cómic, fotógrafos, cineastas, escultores, investigadores, una musicóloga, una coreógrafa y, por primera vez, también una pareja que trabaja en un audaz proyecto de moda. Recientemente ha aterrizado allí
también la cantante De La Puríssima. Cada uno de ellos tiene habitación y su estudio propio acondicionado según las necesidades de cada disciplina.Además, disponen de una dotación para gastar en materiales. Entre los residentes fguran algunos artistas ya consagrados como Santiago Ydáñez y otros que fguran en las listas de las jóvenes promesas emergentes, como los pintores Miki Leal y Santiago Lara o el colectivo Los Bravú. «Roma es una ciudad que se pare a sí misma desde hace 2.000 años, tiene millones de capas, he visitado cientos de criptas y eso me está ayudando a crear de una manera mucho más profunda», declara Leal, que nor malmente trabaja en una nave a las afueras de Madrid. «Todos queremos ser modernos y hacer arte contemporáneo, ir a ARCO, vivir en Nueva York. Pero Roma te obliga a mirar atrás, a ser consciente de dónde viene el arte», comenta Santiago Giralda. «Se puede uno plantear por qué traer estudiantes jóvenes a Roma, que es tan vieja. Emilio Castelar ya decía que aquí más que a vivir se viene a recordar. Sin embargo, ahora mismo tiene una escena artística contemporánea muy vibrante con muchas salas y galerías, museos como el MACRO, algo así como Matadero de Madrid, el MAXXI, que es una belleza creada por Zaha Hadid, la Galería Nacional de Arte Moderno con una programación muy interesante», cuenta el embajador. Pero no todo es arte contemporáneo en este palacio. La musicóloga Ana Lombardía disfruta de una beca para estudiar el papel de las mujeres en la música del Barroco. «Todas las partituras que conocemos son de hombres, pero a las chicas de clase alta se les enseñaba a tocar el piano, en el ámbito privado tocaban y también componían. Sin embargo, como tantas veces sucede en las artes, no tuvieron la visibilidad de los hombres ni han llegado hasta nuestros días», afrma. Ella se encarga de reunir a músicos una vez al mes para interpretar piezas en uno de los salones de la academia que disfrutan sus compañeros y algunos visitantes. De la misma manera, se organizan encuentros con artistas consagrados que visitan estas instalaciones creando un enriquecedor intercambio con los alumnos. «Una de las cosas más interesantes que suceden aquí es esa convivencia entre diferentes artistas y disciplinas, donde unos y otros se alimentan y surgen colaboraciones muy estimulantes», sostiene María Ángeles Albert. Una vez fnalizado el periodo de beca, las obras que han realizado en este tiempo se exponen en Matadero de Madrid a partir del 12 de abril.