Longines, 185 años de historia
«Mira l os mapas de líneas de trenes, analiza las estadísticas de cualquier país civilizado, contempla las fábricas que se están construyendo en todo el mundo, en una palabra, observa nuestra existencia ordenada en todos los ámbitos sociales. Esta se encuentra regulada por el tiempo y sus divisiones de tal manera que el objeto que nos ayuda a medirlo no puede continuar considerándose un lujo. Ahora es un instrumento indispensable en nuestro día a día. ¡Qué futuro tan brillante nos espera a los fabricantes de relojes!». De esta manera se expresaba en 1908 un fabricante de relojes de la región del Jura bernés, cuna de la más arraigada tradición relojera suiza.Allí había nacido en 1832 Longines, una frma que en 1897 hizo algo tan revolucionario entonces como reunir todo el proceso de fabricación bajo un mismo techo. Hoy resulta obvio, pero hasta ese momento en los gélidos Alpes cada maestro confeccionaba la pieza en la que estaba especializado en su propia casa, mientras la nieve impedía transitar el valle hasta la llegada de la primavera. Era entonces cuando se recogían puerta por puerta para ser ensambladas en un taller central. Fue así, según dicen, como se gestó la tradición relojera del país. Esa práctica de reunir en un edifcio todo el proceso de fabricación no solo fue pionera en cuanto a la manufactura, también fue revolucionaria para las mujeres, ya que fueron muchas las que se incorporaron a las fábricas, en una tradición artesana hasta entonces en manos de hombres. La fir ma la había fundado Auguste Agassiz, hermano