Harper's Bazaar (Spain)

Pablo Escobar en manos de Bardem

Ha pasado años soñando con interpreta­r a Pablo Escobar. En una conversaci­ón con JAVIER BARDEM nos desvela por qué lo deseaba tanto y cómo Penélope Cruz era la única que podía dar vida a su amante en la ficción.

- Tal y como le contó a Laura Pérez

Mapasionab­a la gura de Pablo Escobar, un tipo dividido en dos energías distintas. De cara al exterior, en su forma de comportars­e y de tratar a los demás, era un tipo con un ritmo muy pausado y tranquilo. Era un gran afcionado a la marihuana que le hacía llevar un ritmo lento. Sin embargo, creó a una velocidad supersónic­a algo que hasta entonces no existía, el narcotráfi­co a escala mundial. Me han ofrecido interpreta­r todos los personajes de Escobar que se han hecho en los últimos años, o casi todos, pero quería hacerlo a mi manera. En lo personal no le aprecio en absoluto, hizo cosas terribles y abrió la lata de los gusanos que ahora devoran países como México, pero como actor que soy, es un personaje muy rico de interpreta­r. Lo que queríamos contar en esta película es esa atracción que inspira este personaje, ese amar a Pablo, en lo personal y lo social hasta convertirl­o en un icono que trae unas consecuenc­ias terribles. En algunos casos se ha hecho una especie de mitifcació­n que creo que no es lo más adecuado. La primera vez que leí sobre él y empecé a interesarm­e por el personaje fue en 1998, cuando me llamaron para trabajar en Blow, la primera película de Penélope en Estados Unidos protagoniz­ada por Johnny Depp.Ahí aparecía fugazmente Pablo Escobar y me ofrecieron el papel, pero era muy pequeñito y esquemátic­o y por eso lo rechacé. Creo que desde entonces me he ido preparando, todos estos años. Siempre había algo de mí que buscaba personajes parecidos a su fgura. Encontraba algo muy interesant­e en ese carisma pasivo. No era en absoluto activo en la forma de ejercer su poder, pero tenía una energía y capacidad de atracción extraordin­aria, hasta el punto de meterse a todo un país entero en el bolsillo hasta que lo hizo explotar. En mi cabeza el personaje de Virginia Vallejo, la periodista a través de la que se cuenta todo, siempre fue Penélope. Siempre, siempre, siempre. Ese libro llegó en 2011, cuando nosotros ya estábamos juntos. Entonces empecé a leer sobre ella y a ver vídeos suyos y pensé:‘Quien lo va a hacer perfecto es ella’. Hace falta humor y saber reírse de sí misma.Al mismo tiempo, tiene un impulso, un nervio aflado bien combinado con un calor y una emoción que creía que solo Penélope podía bordar.Y así ha sido. Ha hecho un trabajo de caracteriz­ación extraordin­ario y ha conseguido llegar a la

esencia de ese carácter. En ocasiones tenía que pestañear dos veces para creérmelo: su forma de hablar, la manera de mover las manos, ese gustarse tanto a sí misma pertenece a la Virginia Vallejo de verdad. Era importante que todo eso estuviera en el personaje porque de ahí nace la atracción hacia un tipo como Escobar. Que seamos ella y yo, nosotros, quienes les demos vida en la fcción ha marcado la película. Ha dejado su huella en la relajación de nuestra interpreta­ción. Aunque hay que tener cuidado porque los actores siempre trabajamos con lo que tenemos, nuestro cuerpo, nuestros recuerdos, nuestra esencia. Pero el hecho de ser pareja nos recuerda todavía más que debemos trabajar desde la fcción. Eso que sucede ahí es la realidad de los personajes, no es la nuestra, esa señora con peluca no es mi pareja, es una señora que se llama así o asá. Eso te obliga a mirarla con otros ojos, a escucharla con otros oídos y a tratar a ese personaje como lo haría el tuyo, no tú. Eso es una experienci­a muy rica pero también muy difícil porque hemos tenido que crear esa relación sin introducir nada de la nuestra. Hay una escena, al fnal de la película, en la que ella acude para pedir ayuda a Escobar a La Catedral, la prisión que se construyó a sí mismo. Era una situación dura, de esas que cuando lees el guión dices:‘Uff… El día que llegue va a ser complicado’. Lo habíamos preparado mucho antes, pero siempre la habíamos dejado al margen porque implicaba un viaje emocional muy extremo hacia la humillació­n y el abuso. Cosas muy duras. Llegó el día y entonces hablamos, pactamos que había que entrar y después salir. Pero había que entrar por mucho miedo que diera.Teníamos, más que nunca, que relacionar­nos desde los personajes para reconocer que nada de lo nuestro estaba ahí.Y lo hicimos. Ella alcanzó una libertad creativa, imaginativ­a, desarrolló unos lugares emocionale­s muy fuertes. Cuando volvió se asustó y le costó tres o cuatro días volver a estar en un lugar más ‘desapenado’. Pero estuvo maravillos­a. En esa escena me volvió loco. La miraba y pensaba:‘Qué maravillos­a está, qué libre’. Pero yo necesitaba mantener la mitad del cerebro donde tenía que estar, interpreta­ndo y produciend­o. Dicen que esta es la película con la que sueña todo productor. No sé si es cierto, pero sí tengo claro que ha sido un gran bautizo en este terreno. Había días en los que pensaba que esto no iba a salir adelante y, al fnal, se ha hecho. Se ha logrado en unas situacione­s difíciles, gracias a un equipo maravillos­o y a Fernando León de Aranoa, mi héroe, un tipo con un tesón, una tranquilid­ad y una confanza extraordin­aria que no sé de dónde le viene. No sabía si era parte de su inteligenc­ia o que no se enteraba de nada. Era lo primero, se enteraba de todo. Mucho más que yo».

«HAY UNA ESCENA EN LA QUE PENÉLOPE ME VOLVIÓ LOCO. LA MIRABA Y PENSABA: ‘QUÉ MARAVILLOS­A ESTÁ, QUÉ LIBRE’. PERO YO NECESITABA MANTENER LA MITAD DEL CEREBRODON­DE TENÍA QUE ESTAR, INTERPRETA­NDO YPRODUCIEN­DO»

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En Loving Pablo Javier Bardem y Penélope Cruz bordan el acento colombiano hablado en inglés, lengua en la que se ha rodado la película para facilitar la distribuci­ón internacio­nal. Loving Pablo, de Fernando León de Aranoa, se estrena el 9 de marzo.
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