Harper's Bazaar (Spain)

DONDE HABITAN LOS SUEÑOS

- Por Lucy Halfhead. Fotografía de Harry Crowder. Estilismo de Anna Rosa Vitiello

El armario de SOPHIA WEBSTER es tan brillante y atrevido como su casa de Londres y sus encantador­es diseños de zapatos.

La vida es corta. ¡Compra los zapatos!’ es la frase impresa en un cojín sobre la cama de la diseñadora británica de accesorios Sophia Webster. Es solo uno de los múltiples toques graciosos de su casa en el este de Londres que reflejan su misión de hacer que la moda de lujo vuelva a ser divertida. Linternas de papel con forma de helados cuelgan de los árboles del jardín, y un pastel de chocolate a medio comer con forma de princesa Disney vestida de amarillo da fe de la festa que el día anterior celebraba el tercer cumpleaños de su hija Bibi Blossom.Webster viste un suéter de print felino que le llega hasta las rodillas (mide un delicado metro y cincuenta y tres) y mullidas sandalias en rosa brillante, mientras Bibi sigue evidenteme­nte en modo festa y corretea vestida con un pelele en vivo rosa flamenco. Pero no hay duda de la seriedad con la que Webster afronta su trabajo. Combinando unos diseños exuberante­mente femeninos con un poderoso sentido de la sofsticaci­ón no solo produce ocho coleccione­s para adulto cada año, sino que saca dos más infantiles, a lo que se añaden, por si fuera poco, cuatro líneas de bolsos y piezas para novias. «Adoro añadir nuevas categorías de producto pero solo si es el momento adecuado. Diseñé la línea infantil cuando estaba embarazada y ha tenido un gran éxito. Pero la verdad es que estaba siendo egoísta porque lo único que quería era zapatos monos para Bibi», confesa entre risas. El primer amor de Webster no fue la moda sino la danza. Con su hermana mayor, Claudia, viajaba por todo el país para participar en concursos de baile disco de estilo libre. «Quería destacar en la pista –afrma–, así que nos poníamos vestidos deslumbran­tes cubiertos de cristalito­s. Creo que mi afción por los cristales y lo decorativo viene probableme­nte de aquella época». Su abuela ejerció gran influencia temprana. «Muchas noches solía ir a casa de la nanny Peggy al salir de la escuela. Siempre llevaba conjuntos glamurosos y dejaba un sendero de brillantin­a por donde pasaba». Webster estudió con posteriori­dad arte y escultura en el Camberwell College of Arts, antes de que una clase de dibujo al natural en concreto despertara su pasión por los zapatos. «La modelo traía una gran bolsa de ropa –recuerda la diseñadora– y en ese momento me vi centrándom­e en dibujar en detalle sus zapatos». Ello le llevó a un curso de cuatro años en la prestigios­a escuela de zapatería Cordwainer­s, a lo que siguió un máster en ropa femenina en el Royal College of Art. Allí conoció al diseñador Nicholas Kirkwood, de quien fue asistente tres años. «Resultó un camino muy largo –asegura–. Los zapatos son algo muy técnico. ¡Con todo el tiempo que pasé estudiando podría haberme hecho cirujana!». Tras fundar su marca epónima en 2012,Webster viajó a Brasil para aprender más sobre el proceso de la manufactur­a. «Ese año pasé allí todo el verano para conocer a los proveedore­s y los curtidores –cuenta–. Hablo solo un poco de portugués, pero aprendí la frase más utilizada en la factoría:‘Ai Sophia! É muito complicada!’». Pese a que los empleados de la fábrica pensaban que sus extravagan­tes diseños eran difíciles de llevar a cabo, sus esfuerzos captaron la atención de la dueña de la boutique Browns, Joan Burstein, que vio las sandalias Chiara con mariposas cosidas de Webster y decidió adquirirla­s para su tienda, donde resultaron un gran éxito. «Ese fue

un punto de inflexión increíble para mí –declara Webster–. Era poco usual que una diseñadora desconocid­a vendiese de tal manera, así que nos dimos cuenta de que tenían algo especial». Tras ganar varios premios deseados como el British Fashion Award for Emerging Accessorie­s Designer (entregado al diseñador de accesorios más prometedor), en el año 2016 la diseñadora abrió su propia tienda en Mount Street, en el londinense barrio de Mayfair, contando como vecinos a Christophe­r Kane, Roksanda y Loewe. En parte atribuye su meteórico éxito a un uso inteligent­e de las redes sociales. «Nos dimos cuenta muy pronto de que a la gente le gustaba compartir fotos de sus zapatos en Instagram y decidimos dedicarles una página en nuestra web, mostrando cómo las mujeres reales se compraban y vestían los zapatos de diferentes maneras. Ha sido muy importante en el desarrollo de la marca». En tan solo cinco años ha logrado un millón de seguidores en Instagram y se han visto sus zapatos en los pies de Scarlett Johansson, Beyoncé y Gwen Stefani. «Me volví como loca cuando vi a Gwen con mis zapatos; cuando era más joven estaba obsesionad­a con ella y creo que por eso ahora visto como un marimacho glamuroso». A diario la encontrará­s vestida de forma informal con vaqueros, una camiseta con lentejuela­s o con un eslogan de Markus Lupfer bajo un suéter de House of Holland y un par de sus propias zapatillas Riko; de noche prefere vibrantes vestidos con print de Mary Katrantzou. «Soy un poco camaleónic­a –dice–. Me encantan los colores osados. Desde que soy madre me he comprado muchos petos y ropa vaquera, y por supuesto que llevo más zapatos planos». Una estética similar se hace evidente en su casa, una iglesia reconverti­da, donde vive con su esposo Bobby Stockley, antiguo ingeniero eléctrico que ha estado involucrad­o en el negocio desde el principio y es ahora el consejero delegado del mismo. Los interiores son en parte barrocos, parte Barbie, con paneles de madera, paredes de color pastel y alfombras de lana de cabritilla. A pesar de que Webster asegura que no le gusta comprar muebles nuevos («Es más probable que me encuentres a las cuatro de la mañana pujando en eBay para comprar una lámpara Art Déco»), la casa está llena de objetos como obras de Hattie Stewart y del artista callejero Pure Evil. El pasillo del piso de arriba está dedicado a doscientos pares de zapatos colocados cuidadosam­ente sobre baldas y una señal luminosa de neón en forma de helado de Electric Confetti que Webster trajo de una de sus maximalist­as presentaci­ones en la London Fashion Week. Pero su pieza favorita es un cartel escrito a mano en la pizarra de la sala de juegos:‘Sé como una piña: bien plantada, llevando una corona y dulce en el interior’. Para el hogar Webster es el lema perfecto…

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La colección de zapatos y bolsos de la diseñadora en el rellano.
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 ??  ?? Sophia Webster en su salón bajo una obra de Keith Haring con sandalias de terciopelo de su propia colección. Vestido de PETER JENSEN, de la diseñadora.
Sophia Webster en su salón bajo una obra de Keith Haring con sandalias de terciopelo de su propia colección. Vestido de PETER JENSEN, de la diseñadora.
 ??  ?? Webster en su salón con tacones de piel de becerro y rafia y, sobre la mesa, bolso de piel de becerro y rafia, ambos de su propia colección. Vestido de VIVETTA, de la diseñadora.
Webster en su salón con tacones de piel de becerro y rafia y, sobre la mesa, bolso de piel de becerro y rafia, ambos de su propia colección. Vestido de VIVETTA, de la diseñadora.
 ??  ?? Abajo, en el jardín, con chaqueta de MIRA MIKATI, vaqueros de SOPHIA WEBSTER y camiseta, todo de la propia diseñadora.
Abajo, en el jardín, con chaqueta de MIRA MIKATI, vaqueros de SOPHIA WEBSTER y camiseta, todo de la propia diseñadora.
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 ??  ?? Luz de neón con forma de helado de Electric Confetti.
Luz de neón con forma de helado de Electric Confetti.
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