Aida Domenech y Alba Paúl, una historia de amor
‘Influencer’ y ‘youtuber’, DULCEIDA (Aida Domenech) utiliza su proyección pública (más de dos millones de seguidores en Instagram) como altavoz desde el que defiende y normaliza el matrimonio homosexual.
«Casarme, aunque para mí no supuso un cambio, fue celebrar y gritar en alto nuestro amor. Yo quiero estar con Alba toda la vida, y siempre lo he visto así»
«Cuando Jeffrey Campbell, la marca de zapatos, llegó a España y cada par que yo usaba se agotaba tuve la certeza de que se había convertido en un trabajo»
«Yo jamás finjo. YouTube es un espacio personal, donde me da igual hacer el ridículo o reírme de mí misma. Tengo tanta confianza con mis seguidores que eso forma parte de mi relación con ellos»
DEL ESCEPTICISMO CON EL QUE FUE RECIBIDA por muchos medios convencionales, ya no queda huella: Dulceida ,Aida Domenech, (más de dos millones en Instagram, casi otros dos millones enYouTube) se ha convertido en una referencia para cualquier marca. De forma intuitiva, comprendió y transmitió a sus seguidores que la moda y las tendencias ya no eran dictadas sino que se estructuraban sobre la marcha. Lo que toca ella o su entorno se convierte en oro. Mientras comemos en una pausa de la sesión de fotos, ella y su mujer, Alba, con la que se casó en 2016, comentan algunos de los ataques más recientes. «La mayoría –explica– vienen de quien no me sigue. Y determinados medios no ayudan. Publican información que saben que llamará la atención sin contrastarla con nosotras, sin dar ese margen de respeto. ¿Por qué? No lo sé. Pero es llamativo». Enormemente fotogénica, con una mirada magnética y una inteligencia que no puede ocultar uno de los primeros malentendidos deriva de que no acabó sus estudios. Toma aire y matiza. «Creo que es muy necesario estudiar: eso es lo que nos da la cultura y la información que tenemos. Pero en el Bachillerato no se me daba la opción que yo quería, estudiar interpretación. Y eso hice, dos años de interpretación. Y luego ha llegado el inglés, con el que ya he perdido la vergüenza. Y las horas y horas pasadas ante las revistas e Internet durante los primeros años; me encerraba estudiando blogs y editoriales de revistas. Y el ejemplo de mi madre. Me han enseñado que si no das, no recibes, que había que trabajar siempre». Y el resto… «Nos movemos en un terreno en el que no hay conocimientos adquiridos, y se va montando sobre la marcha. Antes incluso de ganar el primer euro, yo ya sabía que estaba trabajando. Mi rutina incluía e-mails, blog, retoques… Cuando Jefrey Campbell, la marca de zapatos, llegó a España y cada par que yo usaba se agotaba tuve la certeza de que se había convertido en un trabajo». Prefere el concepto de creadora de contenido a infuencer. «Muchas veces esa influencia no se da. No agotas cada producto. Pero creas una mirada diferente sobre él, proyectas tu personalidad, aunque sea cada vez más profesional.Yo jamás fnjo. YouTube es un espacio personal, donde me da igual hacer el ridículo o reírme de mí misma. Tengo tanta confanza con mis seguidores que eso forma parte de mi relación con ellos. Si fuera por los haters yo solo comería aguacate, que lo odio, hablaría de manera correcta y perdería todo lo que soy». ¿Y el futuro? «Todo evoluciona; crecemos.Yo no era nada responsable, y ahora lo soy. O casarme, aunque para mí no supuso un cambio. Fue celebrar y gritar en alto nuestro amor.Yo quiero estar con ella toda la vida, y siempre lo he visto así». –Interviene Alba– «Yo nunca pensé que me casaría (se ríen. La complicidad es evidente, abrumadora) pero te haces mayor, más mujer… Casarse no es un contrato, no buscamos la vida perfecta ni la familia perfecta». —Yo me casaría todos los días. Bueno, no todos, pero dos veces al año… Dos mujeres jóvenes casadas, famosas y adoradas. Algo ha cambiado en España. «Cada vez soy más consciente de la infuencia que ejemplos como el nuestro ha tenido en el enfoque de la homosexualidad.Veo un cambio enorme en España. Creo que hemos ayudado, sí. Un poquito. Somos una pareja normal, y así nos comportamos, y así nos aceptan. Y nos sorprende, para bien, claro. No puede haber nada más grande en el mundo». –Alba– «Yo tenía 16 años y pensaba:‘ no, no, soy lesbiana, qué espanto’. Y ver que ahora vivo así, sin ningún miedo, como esas niñas que descubren que lo son con 13 años y no pasa nada». Aida siempre busca una coherencia entre las marcas con las que trabaja y ella misma. «Si no tengo libertad, si no me gusta, no acepto. La que considero ya familia es Rimmel London. Si la marca te dice lo que hay que hacer, no suele encajar… Versace me encanta. Crear cada contenido es distinto. A veces muy casual, otras más planeado. La mayor parte de mi contenido, por cierto, no tiene una marca detrás, sino que es propio, y lo hago porque me gusta». ¿Y cuidados, y el tiempo libre? «Usamos las dos la crema de Skeyndor. Aceite de Moroccanoil para el pelo. Y mi máscara de pestañas. Siempre. En New Look, mi peluquería de Barcelona, me hago un par de tratamientos al año.Y en las sesiones de fotos me dejo que jueguen conmigo; me atrevo más».