Harper's Bazaar (Spain)

La villa italiana de la familia Caovilla

EDOARDO CAOVILLA, director creativo y consejero delegado de René Caovilla, la firma de zapatos de lujo más antigua del mundo, nos abre las puertas de la espectacul­ar villa familiar en la región italiana del Véneto.

- Por Sara Hernando. Fotografía de Pablo Sarabia

De joven, mi padre pasaba siempre por delante de esta villa fantaseand­o con la posibilida­d de que alguien le invitara a entrar y le convidara a un té. Nunca pensó que acabaría comprándol­a», concede Edoardo Caovilla (Dolo,Venecia, 1976). Nieto del fundador e hijo del presidente actual de René Caovilla, este empresario ducho en fnanzas tampoco se imaginó que un día estaría al frente de esta marca vetusta –su creación se remonta a 1934, lo que la convierte en la casa de zapatos de lujo más longeva del mundo– ni mucho menos que los nuevos diseños llevarían su frma. «Siempre he sido un apasionado de las fnanzas pero también del arte y de la belleza. Crecí rodeado de ambos, aunque al fnal tanto mis estudios como mis trabajos iniciales estuvieron enfocados a las primeras. Al aceptar la dirección creativa de Caovilla, inicié un camino arduo y desconocid­o para mí, pero me siento muy orgulloso de todo lo que he logrado hasta ahora», confesa. El camino en cuestión no lo emprenderí­a hasta 2009, cuando, una vez superada la treintena, su padre le insistió en que se uniera al único de los muchos negocios que tiene la familia –gestionan un imperio que comprende desde el sector de la energía al inmobiliar­io o los medios de comunicaci­ón– que lleva su apellido. El ofrecimien­to, al que Edoardo no se pudo negar y que exigía dedicación absoluta, cambiaría su presente y el futuro de esta frma: «Aunque mi padre sigue presidiend­o Caovilla ya es mayor y no puede estar en todo como antes. Necesitaba a alguien en quien confase liderando el proyecto. Además, la compañía estaba pidiendo a gritos una versión más moderna y nuevas estrategia­s. Me enrolé en esta aventura para traer a la actualidad lo que llevaba 70 años sin renovación alguna». El cambio, meditado y trabajado, ha colocado esta frma de lujo –cuyos zapatos alcanzan y superan en muchos casos los mil euros por par– junto a los líderes del sector, pasando de los 10 millones de euros en ventas en 2009 a los más de 40 con los que despidiero­n 2017, y de las cuatro tiendas propias de hace una década a las 20 con las que cerrarán 2018. «Sinceramen­te no me parece una transforma­ción tan loca ni radical. Habría sido mucho mayor si hubiésemos cogido atajos, pero yo siempre he pensado a largo plazo. Para mí lo más importante es respetar el ADN de Caovilla. Hay muchas marcas que crecen mucho más que nosotros pero a costa de destruir su legado.Y esto, una vez hecho, es irreversib­le», defende.

A la dirección fnanciera en 2009 sumó la creativa en 2011, alcanzando así una visión global del negocio que, asegura, ha sido defnitiva en el éxito actual de la marca: «Diseñar un zapato no es algo que se aprenda en una semana. Así que los dos primeros años fueron muy duros. Pero estudié y practiqué mucho. Después de las cuatro primeras coleccione­s me llamaron bastantes de nuestros socios para decirme que les gustaba mucho lo que estaba haciendo, y que me apoyarían hasta el fnal. Ahora, después de siete años, me parece un juego de niños». En la manufactur­a, situada a un escaso kilómetro de la espléndida villa del siglo XVIII donde ahora residen sus padres y donde Edoardo pasó toda su infancia, se produce el total de los pares de esta marca en la que la calidad siempre ha sido su seña de identidad. «El estilo es subjetivo.Te pueden gustar nuestros diseños. O no. Pero la calidad es algo que se puede confrontar. Y nuestros zapatos son, sin duda, los mejor confeccion­ados del mundo», declara. La frma, fundada por Edoardo Caovilla en los años treinta en el lugar en el que hoy se encuentra la manufactur­a –«Mi abuelo nació aquí, y aquí tenía su pequeño taller. Con el paso de los años ha experiment­ado reformas y ampliacion­es hasta alcanzar las dimensione­s actuales»–, nunca ofreció grandes titulares, como sí lo hicieron otros zapateros como Salvatore Ferragamo en la primera mitad del siglo XX, o Manolo Blahnik o Christian Louboutin en los años noventa. Los Caovilla siempre prefrieron calzar a las mujeres desde la discreción. «Ni mi ³

«Vivo entre Milán, donde están mi mujer y mis hijos, y esta villa, situada justo al lado de nuestra manufactur­a. Esta es la casa donde crecí y donde mis padres tienen su residencia habitual»

abuelo ni mi padre entendiero­n nunca la fuerza de la comunicaci­ón. Audrey Hepburn era una de nuestras clientas habituales y ni siquiera tenemos una foto con ella. Esta fue una de las cosas que me dispuse a cambiar desde el momento en que acepté el puesto», explica. Rihanna, Bella y Gigi Hadid, Jessica Chastain, Nicole Kidman, Jennifer Lopez o Adriana Lima son algunos de los nombres ilustres con los que Edoardo está poniendo remedio a todas las décadas en las que René Caovilla estuvo sepultada por el ostracismo mediático: «Nuestra marca nunca ha sido tan conocida como otras. Todo el éxito se basaba en el boca a boca, y justo antes de que yo entrase corrió el riesgo de desaparece­r. Hoy en día, estar presente en los medios de comunicaci­ón y en las redes sociales es fundamenta­l para la superviven­cia de las frma de lujo». Dueño de una vida ajetreada que reparte entre Milán, donde residen su mujer y sus tres hijos, y la villa de Fiesso d’Artico –«Yo me he instalado en un edifcio independie­nte, por lo que todos seguimos manteniend­o nuestra libertad», bromea–, Edoardo Caovilla trabaja duro para que este negocio no muera con la tercera generación. Lo de jubilarse aquí, sin embargo, no lo tiene tan claro: «Por supuesto que me gustaría seguir unido a esta marca pero creo que el éxito de un empresario es poder ver cómo su negocio funciona sin él. Formar un equipo que entienda tu visión y vaya a por ella», afrma. ¿Y sus hijos? «Nada me gustaría más que esta marca continuase en la familia. Por eso lo más importante es que salgan fuera para que acaben volviendo como hice yo».

«Audrey Hepburn era una de nuestras clientas habituales y ni siquiera tenemos una foto con ella»

 ??  ?? Edoardo Caovilla junto a su madre, Paola Buratto Caovilla, y su padre, René Caovilla, presidente de la frma, en la entrada de su villa en Fiesso d’Artico.
Edoardo Caovilla junto a su madre, Paola Buratto Caovilla, y su padre, René Caovilla, presidente de la frma, en la entrada de su villa en Fiesso d’Artico.
 ??  ?? La villa, que data del siglo XVIII, fue adquirida por René Caovilla en la década de los setenta.
La villa, que data del siglo XVIII, fue adquirida por René Caovilla en la década de los setenta.
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 ??  ?? A la izquierda, el porche y el salón principal, situado en la primera planta, decorado con frescos originales del siglo XVIII. Abajo, ventanales de la vivienda secundaria donde reside Edoardo Caovilla.
A la izquierda, el porche y el salón principal, situado en la primera planta, decorado con frescos originales del siglo XVIII. Abajo, ventanales de la vivienda secundaria donde reside Edoardo Caovilla.
 ??  ?? A la izquierda, el cuarto de estar, situado en la planta baja del edificio, presidido por un cuadro de Pietro Liberi. Los tapices, antigüedad­es y obras de arte clásico salpican todas las estancias de la vivienda.
A la izquierda, el cuarto de estar, situado en la planta baja del edificio, presidido por un cuadro de Pietro Liberi. Los tapices, antigüedad­es y obras de arte clásico salpican todas las estancias de la vivienda.
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 ??  ?? La villa, formada por un edificio principal y otro secundario, cuenta con unos jardines espléndido­s, además de una piscina y una pista de tenis.
La villa, formada por un edificio principal y otro secundario, cuenta con unos jardines espléndido­s, además de una piscina y una pista de tenis.
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