Tiffany & Co. da la bienvenida a Reed Krakoff
El director creativo REED KRAKOFF aporta una lujosa sensación de sosiego a su primera colección de alta joyería para TIFFANY & CO.
Era febrero de 2017 y en el primer día de Reed Krakof como director artístico de Tifany & Co. le dieron un café en un vaso de papel con el característico color azul de la casa y el nombre de la compañía escrito en negro. Encantado, el diseñador le sacó una foto. Ahí estaba ese «objeto práctico, que de algún modo resultaba romántico al estar en azul Tifany, perfectamente útil pero no aburrido», recuerda. Ahora, un año después, Tiffany vende una versión de porcelana fna de ese vaso –misma forma, mismo azul, el nombre en negro– junto con platos con las mismas ondulaciones que los típicos de papel pero hechos de plata maciza. Krakof opina que estas creaciones forman parte de la tradición de irreverencia e ingenio que se aprecia en sus piezas favoritas del archivo de la casa, como el pastillero de plata de ley con forma de envase de comida china que Tifany vendió por primera vez ya en los años 80. Estos nuevos artículos son excelentes ejemplos de la flosofía de Krakof de lujo diario. Objetos de Tifany destinados a ser usados y vestidos, en contraposición con los objetos preciosos reservados para ocasiones especiales. Sentado en la biblioteca cercana a su despacho, en la sede de Manhattan con vistas a Madison Square Park de esta compañía que cuenta ya con 181 años de historia, el diseñador está haciendo lo que mejor se le da: hablar sobre lujo. Alto, con pelo corto salpicado de canas, viste su uniforme de trabajo diario compuesto por vaqueros, camisa de Turnbull & Asser y zapatos Oxford, sin calcetines. Sus gafas negras le aportan el aspecto ligeramente libresco de un nerd del diseño, impresión reforzada por las múltiples referencias a objetos, muebles, moda, cine y cuadros con las que adorna su conversación. Habla con suavidad, en voz baja, y con rapidez, como si las ideas peleasen por salir de su boca. «Me proponía no hacerla demasiado formal –afrma sobre Paper Flowers, su primera colección de alta joyería para Tifany–. Eso se ha convertido en mi mantra, la idea de que la formalidad no es equivalente al lujo». Su punto de partida fue la representación en acuarela de un lirio, datada en 1881 y que se halla en el archivo de la compañía; el lirio, curiosamente, es la nota central de la fragancia de Tifany lanzada en septiembre. Pero Krakof no buscaba una representación literal. En cambio dice que deseaba capturar la «idea poética de las fores». Comenzó por hacer recortes, haciendo pétalos con papel, y transportándolos al metal, remachando juntos los pétalos, «combinando la naturaleza y la mano artesana», explica. Después llegó la coloración: azul y púrpura, de los zafros y las tanzanitas, una gema que Tifany introdujo por primera vez en el mercado en 1968, y el blanco y el amarillo de los diamantes, por los que es conocida la marca. Como contraste, los objetos tenían brillantes superfcies de platino pulido, algo a lo que «la gente no está acostumbrada porque por lo general todo está repleto de diamantes», opina. El resultado, según él, es «una tensión entre lo industrial y lo orgánico, entre lo masculino y lo femenino». Está especialmente orgulloso del hecho de que la nueva colección abarca un amplio rango de piezas, desde un ancho collar con 68 quilates de diamantes hasta anillos y pendientes de cóctel calados que se pueden vestir tanto con traje de noche como con vaqueros y camiseta, y todo con precios no tan desorbitados, al contrario que la mayoría de colecciones de alta joyería que destacan por sus precios estratosféricos. Ante la vieja fórmula por la cual las ideas nacen y se expresan en su forma más pura en la cima del mercado para después descender a versiones menos costosas, Paper Flowers se concibió más o menos en el medio y con posterioridad se extendió en ambas direcciones. El objetivo era «recontextualizar la alta joyería de un modo más auténtico y vestible –comenta–. Parecía una forma mejor, en contraposición a comenzar con alta joyería, que es algo paralizadora. Es demasiado frecuente que el pensamiento tras esa joyería sea algo denso y pesado».
«La idea de que la formalidad no es equivalente al lujo se ha convertido en mi mantra»
A medida que Krakof habla de Tifany se percibe la repetición de ciertas palabras. ‘Deseo’ es una, Tifany está en el negocio de «crear cosas de las que la gente se enamore», dice. Esto es, bajo su punto de vista, una de las principales responsabilidades de la compañía.‘Soñar’ es otra de las palabras, como en la expresión «un lugar donde soñar». El diseñador se considera un guardián de la ilustre tradición de Tifany, el último de una breve lista que llega hasta el maestro del art nouveau Louis Comfort Tifany, hijo del fundador de la tienda y primer director de diseño ofcial de la casa. Entre los predecesores más recientes de Krakof está John Loring, el venerado director emérito de diseño de la marca y que se retiró en 2009 tras ejercer el cargo tres décadas. Durante esa etapa, Loring escribió 21 libros paraTifany educando a los clientes en todo lo referente a diamantes, perlas y relojes; gracias a sus consejos sobre cómo disponer una mesa, acoger una festa, o planear una boda, Loring defnió el buen gusto dando ejemplo. Era, para Krakof, «una era más prescriptiva. Creo que a la gente le interesaba estar informada y ser guiada. Hoy es totalmente diferente. Se trata de mi versión de esta marca, es mi interpretación». Siente una «verdadera responsabilidad de hacer algo que merezca la pena», creando
«Lo más americano que puedes decir de un diseño es que la forma deriva de la función» productos que se muestran en un escenario virtual que pelea a todas horas del día por la limitada atención de una audiencia global. Si Hermès es la dueña del naranja,Tifany posee el azul huevo de petirrojo. La tonalidad fgura prominentemente en la iconografía de la marca y Krakof la defne como «mágica». La mayor parte de las creaciones que ha realizado este pasado año tienen ese tono particular, que tiene ya su propia designación Pantone. Carteras y joyeros de color-block azul, maletas, sobres de cuero y maceteros de terracota azules anuncian su pedigrí a través del color. Más que competir con otras marcas de lujo, el diseñador prefere resaltar lo que hace única a Tifany: una actitud pragmática frente al lujo, aparente en productos que tienen utilidad a diario, y una simplicidad modernista forman el núcleo del estilo de la casa. «El elemento más defnitorio de Tifany es tal vez el engarce de seis garras para diamantes», dice de la innovación técnica desarrollada en 1886 por Charles Lewis Tifany, fundador de la marca. «Y eso proviene más de un diseño funcional que de un diseño decorativo. Lo más americano que puedes decir de un diseño es que la forma deriva de la función. La belleza radica en la ejecución». De todas las palabras recurrentes que Krakof emplea para hablar de la particular versión de lujo americano que caracteriza a Tifany, ‘aperturismo’ es la más común. Aperturismo ante los materiales (plata de ley para la joyería), ante los objetos a vender (una lata de café reutilizada como jarrón). Pero también una nueva y democrática inclusión de una clientela más amplia. Hace no mucho las campañas publicitarias de Tifany presentaban a una joven pareja de Park Avenue, ella con traje de gala y él con esmoquin, momentos antes de que él le pidiese matrimonio. Ahora el departamento de bodas se denomina Amor y Compromiso y la fantasía es de un mundo frmemente real. Este movimiento dirigido a mostrar una marca más inclusiva es evidente, y pese a que se inició antes de la llegada de Krakof, ha cogido aún más impulso bajo su dirección. En el lugar de protagonistas de fábula, que gozan de vidas privilegiadas en las que nacieron y a las cuales el resto solo puede aspirar, surge un nuevo elenco de personajes –Zoë Kravitz, St. Vincent, Janelle Monáe–, que llevan vidas de otro tipo de privilegio. Las alianzas aparecen en las manos tatuadas de parejas del mismo sexo, contando una historia diferente pero no por ello menos americana.