Harper's Bazaar (Spain)

Cuatro décadas de orgullo madrileño

El 27 de junio de 1978 Madrid contempló atónita el nacimiento de un nuevo fenómeno. Un grupo de HOMBRES Y MUJERES VALIENTES decidieron plantarle cara a un país gris y áspero, consecuenc­ia de la dictadura, para sembrar una semilla de libertad. Así, ser gay

- Por Fruela Zubizarret­a

Los antecedent­es del primer Orgullo Gay autorizado celebrado en España habían tenido lugar nueve años antes en Nueva York, cuando un grupo de homosexual­es se atrevió a enfrentars­e con fereza a una policía corrupta que los extorsiona­ba y detenía sistemátic­amente en un pub, el hoy mítico Stonewall Inn de GreenwichV­illage. En aquel momento, las lesbianas, gais, trans y bisexuales, la comunidad LGTB, comenzó una lucha imparable a favor de sus derechos y contra la persecució­n sistemátic­a de la que eran objeto con la aquiescenc­ia del Gobierno de los Estados Unidos. Todo ocurrió en la madrugada del 28 de junio de 1969. Aquella semilla echó raíces que atravesaro­n el Atlántico y llegaron hasta España. Para hacer honor a la historia, hay que apuntar que la primera manifestac­ión de Orgullo Gay de nuestro país tuvo lugar en Barcelona en 1977, un año antes que en Madrid. Una experienci­a piloto, sin autorizaci­ón, que acabó con cargas policiales, violencia y detenidos. Resulta curioso, repasando los testimonio­s de sus protagonis­tas, cómo la mayoría califca lo ocurrido aquel día de verano como ‘normal’. Así era, la comunidad homosexual de la Ciudad Condal, como el resto del país, vivía resignada a las patadas, los porrazos y las noches terribles en el calabozo por cortesía del franquismo. La Ley sobre Peligrosid­ad y Rehabilita­ción Social que justifcaba aquellos atropellos –ser homosexual era delito– no comenzó a ser desmontada hasta 1979. «En Madrid nos planteamos un objetivo: no podíamos consentir que se repitiesen las cargas policiales que habían tenido lugar en Barcelona», recuerda Ramón Linaza, activista histórico del movimiento LGTB (hoy LGTBIQ) y, en buena parte, artífce del éxito del primer Orgullo Gay de la capital. «Para evitar problemas nos fuimos hasta la Federación Socialista Madrileña. Necesitába­mos que nos ayudasen con la autorizaci­ón.Y así fue como desde el Frente de Liberación Homosexual de Castilla –germen de lo que hoy son el COGAM y la Federación Estatal de Lesbianas, Gais,Transexual­es y Bisexuales (FELGTB)– presentamo­s una petición legal encabezada por las frmas del socialista Alonso Puerta, teniente de alcalde de Tierno Galván, y el comunista Josep Maria Riera, diputado del PSUC». Para disgusto de muchos, la primera marcha legal para reivindica­r la dignidad del colectivo LGTB en España había tomado forma. Martes, 27 de junio de 1978. Avenida de Menéndez Pelayo esquina con la calle O’Donnell. El lateral este del parque de El Retiro –«nada de la Gran Vía o del paseo del Prado», puntualiza Linaza– asiste a una inusual concentrac­ión de travestis –el término transexual aún tardaría en llegar–, gais, lesbianas, madres solteras y otras muchas personas afnes a la causa. Son las cinco de la tarde y algo nunca visto va a suceder. Parece otra manifestac­ión autorizada por el joven gobierno democrátic­o de Adolfo Suárez, a punto de alcanzar su primer año de vida, pero no. Es mucho más. Aquí hay color. Es el principio del arcoíris en España. Los primeros pasos por el camino de baldosas amarillas que lleva hasta la igualdad han comenzado a sucederse; se trata de hacer ver que ser lesbiana, gay, trans o bisexual no es menos que ser heterosexu­al. Tan fácil y tan difícil a la vez. «Fue una manifestac­ión alegre, sin detencione­s o problemas con la policía –cuenta Ramón Linaza, que en aquella época tenía 21 años–. Ellos fueron los que realmente lo pasaron mal, estaban muy nerviosos. Empezamos en O’Donnell y acabamos en la plaza del Niño Jesús. Obviamente, nos dejaron un recorrido con poca visibilida­d. Lo único que nos decían a los de la cabecera es que fuésemos más deprisa.Venga, deprisa, deprisa [Risas]. Querían que aquello acabase cuanto antes y que nos fuésemos todos a casa. Optamos por tomárnoslo con humor animando a los policías y cantándole­s qué buenas son las fuerzas represivas, qué buenas son, que nos llevan de excursión». La festa más masiva e importante de Madrid acababa de nacer, si bien harían falta 20 años más para contabiliz­ar cifras de asistencia superiores al millón de personas (nunca más de 300.000 según los cómputos de los medios de comunicaci­ón afnes al Partido Popular). «Nos juntamos unas 5.000 personas, hoy parece poco, pero para la época fue una manifestac­ión masiva». Arrancan en ese mismo instante 40 años de intenso activismo LGTB en España, marcados por la reivindica­ción y consecució­n de todos los derechos pendientes. Entre los primeros hitos, la total abolición de la Ley sobre Peligrosid­ad y Rehabilita­ción Social, y la legalizaci­ón misma del activismo, que arranca ofcialment­e en 1980. Luego vendrían la lucha contra el sida –frente a la inacción de las administra­ciones públicas– y la creación de la FELGTB, sobre la que recayó el esfuerzo de sacar adelante la aprobación del matrimonio igualitari­o, en 2005, y la Ley de Identidad de Género, en 2007. «No te puedes dormir. En estos 40 años hemos conseguido pasar de la más absoluta discrimina­ción a la igualdad con el único apoyo de nuestro esfuerzo. Hemos luchado para recuperar, milímetro a milímetro, las cuotas de libertad, dignidad y derechos que se nos negaban históricam­ente», explica rotunda Boti G. Rodrigo, militante mítica, expresiden­ta de la FELGTB y Meda-

«CON ZAPATERO ALCANZAMOS LA IGUALDAD LEGAL, PERO EL ESFUERZO FUE DEL ACTIVISMO LGTB. ESPAÑA HA SABIDO ENTENDER QUE NOSOTROS SOLO SUMAMOS»

BOTI G. RODRIGO

lla de Oro 2018 del Ayuntamien­to de Madrid por su infatigabl­e activismo. «Con Zapatero alcanzamos la igualdad legal, pero el esfuerzo fue del activismo LGTB, de todos y cada uno de nosotros. España es un gran país que ha sabido entender que nosotros no quitamos nada a nadie, nosotros solo sumamos». Para Emma Solano y Amanda Rodríguez, dos de las comisarias de la muestra Subversiva­s. 40 años de activismo LGTB en España, que el año pasado conmemoró el arranque del movimiento LGTB en nuestro país, «era obligado recuperar y agrupar todos esos materiales y testimonio­s de personas que, como activistas, vivieron aquellos momentos y generar así una memoria histórica con emoción y sentimient­os». El World Pride 2017 celebrado en Madrid resultó el escenario perfecto para una retrospect­iva que explicaba cómo este país fue capaz de asumir un giro de 180 grados. «A las primeras manifestac­iones del Orgullo Gay de Barcelona y Madrid les sucedió cierto vacío hasta mediados de los años 90. Fue necesario que se fundase la federación estatal para reactivar esta reivindica­ción. Con la entrada en la FELGTB de Pedro Zerolo como presidente se alcanzó el punto de inflexión necesario para entender que la manifestac­ión del Orgullo es la mejor herramient­a de reivindica­ción posible para decirle al mundo: aquí estamos, no nos vamos a ir y nunca vamos a dejar de pelear por nuestros derechos», añaden. La batalla del colectivo LGTB no ha concluido. «Debemos acabar con los discursos de la discrimina­ción, la patologiza­ción de las personas trans, los delitos de odio, el acoso escolar, la discrimina­ción laboral o el miedo a salir del armario, que siguen estando ahí –apunta Boti G. Rodrigo–. Por eso hemos redactado y registrado en el Congreso, el 4 de mayo de 2017, en colaboraci­ón con organizaci­ones de todo tipo, nuestra propuesta de Ley de Igualdad LGTBI. Nos hemos encontrado con muchos escollos pero esperamos que ahora, con el nuevo Gobierno, nos impulsen otros aires». El sábado 7 de julio, día fjado para la celebració­n del Orgullo Gay 2018 en Madrid, una gran pancarta recordará a más de un millón de personas que hace 40 años un grupo de valientes se echó a esas mismas calles para decirle a este país que los gais, lesbianas, trans y bisexuales no son menos que los heterosexu­ales. Dorothy y Totó lo tenían claro: en algún lugar sobre el arcoíris hay sitio para que todos podamos ser felices.

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Fotografía de Tom Bianchi publicada en Fire Island Pines. Polaroids 1975-1983 (Damiani).
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Este fotomontaj­e de la artista Deborah Bright, realizado en 1989, juega a suplantar el rol masculino predominan­te. La encantador­a señorita Holly Golightly se muestra igual de complacida ante la cortesía.
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 ??  ?? Fire Island Pines. Polaroids 1975-1983 (Damiani), de Tom Bianchi, y Art & Queer Culture (Phaidon), de Catherine Lord y Richard Meyer, dos volúmenes que contribuye­n a entender y normalizar la evolución del movimiento LGTBIQ.
Fire Island Pines. Polaroids 1975-1983 (Damiani), de Tom Bianchi, y Art & Queer Culture (Phaidon), de Catherine Lord y Richard Meyer, dos volúmenes que contribuye­n a entender y normalizar la evolución del movimiento LGTBIQ.

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