FUR I A OR IEN TA L
Una exposición en el Museo Yves Saint Laurent de París recorre la influencia asiática en la obra del último gran diseñador-artista.
«ME ACERCO A CADA lugar a través de mis sueños», decía Yves Saint Laurent. Delirios en los que recorría escenarios oníricos a los que, muchas veces, solo había ido en su imaginación. Una exposición, L’Asie rêvée (El Asia soñada), en el MuseoYves Saint Laurent de París, sigue los pasos del diseñador francés en China –país que le infuyó poderosamente a través de la colección de libros y arte chino de su compañero, Pierre Bergé que, paradójicamente, nunca visitó–, Japón y la India. A través de 50 piezas correspondientes a diversas colecciones entre 1962 (en 1963 visitó Kioto por primera vez) y 2002, enfrentadas a objetos asiáticos procedentes del Museo Nacional de Artes Asiáticas Guimet y de colecciones privadas, el espectador puede poner en contexto las creaciones del último diseñador-artista. «Con su estudio de Oriente, sobre el que empezó a crear incluso antes de viajar a Japón,su objetivo no era copiar las prendas, sino comprender cómo habían sido creadas. Esto es muy interesante porque muestra que su acción no solo era estética, sino también social y política», explica la curadora de la exposición, Aurélie Samuel. Abrigos de maharajás con botones-joya de la corte Mughal suntuosamente bordados, completados con turbantes –un accesorio exclusivamente masculino en la India, que él convirtió en epítome de la feminidad–; saris transformados en vestidos de una sensualidad desbordante; chaquetas de la etnia Han, que en 1977 convirtió en kimonos estampados con motivos mandarines; una colección de alta costura, a la que llamó Les Chinoises, que cerró con un traje de novia inspirado en la China imperial… Y un best seller, el perfume Opium, que solo nueve meses después de su lanzamiento, en 1977, ya había vendido más de tres millones de dólares (de la época). «Del caos de mi cerebro destrozado resurgen todas las dinastías; su furia, su arrogancia, su nobleza, su grandeza… Finalmente, he logrado atravesar el secreto de la Ciudad Imperial donde desaté mis fantasmas estéticos, mis reinas, mis divas, mis noches de crepé de China, mis biombos de laca, mis lagos artificiales y mis jardines colgantes». Bienvenidos al sueño de YSL.