Los celos de Kim Jong-un
Por si teníamos poco con Putin y sus bombas nucleares, ahora va el sátrapa de Corea del Norte y se pone a jugar también con los misiles. Se ve que Kim Jong-un estaba celoso, hace mucho que el mundo no se acordaba de él y todas las maldiciones se las estábamos dedicando a su colega del Kremlin. Así que para llamar la atención ha lanzado un misil –con capacidad de llevar una ojiva atómica– por encima de Japón. Es una manera de recordarnos que sigue ahí, tiranizando a su pueblo, y que puede fastidiar a los demás si le apetece. Incluso es posible que haga explotar dentro de poco una bomba nuclear bajo tierra, en fin, para que no nos olvidemos de que él también pertenece al club de los que manejan el arma ‘definitiva’. A lo mejor echa de menos aquellos tiempos en los que intercambiaba infernales advertencias con Donald Trump, todo un presidente de Estados Unidos batiéndose en duelo –por suerte solo dialéctico– con el dictador de un pequeño país, penúltimo reducto del comunismo. En cuanto a Putin, sigue encajando derrotas en el campo de batalla y, en Rusia, cada vez son más sonoras las críticas. Por un lado, las de quienes piensan que para evitar la derrota debería ir a por todas, incluso recurriendo a las armas atómicas; por otro, las de quienes no quieren tomar parte en una guerra que carece de sentido. Y mientras tanto, por cierto, sigue sin haber acuerdo sobre el tratado para frenar el programa nuclear de Irán, donde las protestas desafían el poder de los ayatolás. Demasiado ruido de misiles, demasiadas amenazas atómicas. Casi se echa de menos la Guerra Fría.