La calle de Alfonso I de Zaragoza
La calle Alfonso tiene características que la hacen única, de una arquitectura en su mayoría de edificios con una rica ornamentación floral en la forja, auténticas joyas que levantaron los mejores arquitectos de la ciudad, por lo que resulta fácil encontrar lugares que merece la pena contemplar. Desde el Coso hasta las majestuosas vistas de la basílica del Pilar, resulta un auténtico placer perderse por la red de vías pequeñas de su entorno o degustar un buen menú en el pasaje El Ciclón.
Vivir en un barrio rural me imposibilita el continuo contacto con la ciudad y los cambios que se van sucediendo. Este día tuve que bajar a la ciudad, no quise perderme el paseo por esa vía peatonal de mayor personalidad que tiene la ciudad del Ebro. Pero la volví a ver degrada.
La gran mayoría de los locales que formaban el paisaje habitual de la calle están con sus persianas bajadas, locales tradicionales de décadas de convivencia, abandonados y donde los grafiteros de mala pluma emborronan sus escaparates y sus preciosas fachadas, dejando una imagen que afea esa zona urbana tan próxima a la plaza del Pilar, lugar de visita obligada para el visitante.
Quizás el envejecimiento de algunos gerentes, quienes no encuentran el relevo para sus establecimientos, a causa de la crisis actual energética, o el precio excesivo de sus alquileres sean algunas de las causas de algunos de esos cierres. Pero para mejorar esa imagen debería aplicarse una normativa urbanística exigiendo la limpieza de esos escaparates, puertas y fachadas, en aras de la salubridad y del ornato público. Hablamos de la vía más transitada por ciudadanos y turistas de Zaragoza.
Daniel Gallardo Marín
GARRAPINILLOS (ZARAGOZA)