La enésima sequía
Mi padre y yo, al leer la prensa diaria, la comenzamos uno por la contraportada y el otro por esas dos columnas donde se relatan con brevedad noticias aparecidas hace cincuenta o cien años. Hace unos días me encontré con una que me sorprendió sobremanera. Hace cien años, tras el verano, el Ebro daba sus últimas bocanadas, agostado, seco, fruto de una pertinaz sequía. Y me sorprendió no porque dicha noticia centenaria me trajera algo nuevo, ya que todos conocemos nuestro río y sabemos que el verano trae la mengua agonizante de pantanos, cauces secos llenos de algas, donde el agua camina de forma perezosa, como si no tuviera ganas y luego se recupera, año tras año, algunos con riadas incluidas, otros de forma más tenue, pero formando parte de un ciclo que hasta la Biblia ha narrado con otros ríos de índole similar, y si no ahí está el
Nilo y sus continuas crecidas. En veranos duros, la chavalería cruza el azud que hay sobre el Ebro en Escatrón a pie o en bicicleta. Todo eso contrasta con el vapuleo informativo del cambio climático que no se puede negar porque así lleva el planeta cambiando desde que comenzó su existencia (ahí están los fósiles de bosques tropicales en Groenlandia) pero que mostrado a diario como una catástrofe borra toda la historia, todos los registros acuñados en legajos (las grandes sequías de 1763 y años posteriores). Hoy vuelvo a leer otra noticia, el paisaje árido, desértico avanza 1.500 kilómetros cuadrados al año. Puede ser, pero España, a fecha de hoy, es el segundo país con mayor masa forestal de Europa, solo por detrás de Suecia, y creo que ello no incluye ni los bosques de olivos de Jaén ni los de avellanos de Tarragona ni un largo etcétera. Me parece bien que tomemos todos conciencia de que unos ríos limpios son salud para todos, de que necesitamos concienciarnos plenamente de que formamos parte de la Tierra, pero de ahí a crear una alarma como la que todos los días nos venden los medios de comunicación hay un punto medio que escasamente ejerce el periodismo actual.
Juan Luis Encuentra Calvo
SOS DEL REY CATÓLICO