Heraldo de Aragón

Washington, Seúl y Tokio temen que lo siguiente sea otro ensayo nuclear

- COLPISA PABLO M. DÍEZ

Tras la escalada de ayer, Washington, Seúl y Tokio temen que el siguiente paso de Kim Jong-un sea un nuevo ensayo nuclear, el séptimo ya. Así lo hizo en 2017 y logró reabrir las negociacio­nes con Corea del Sur y EE. UU., propiciand­o un deshielo que culminó con la histórica cumbre de Trump y Kim en Singapur en 2018. Pero el acercamien­to acabó con el fracaso de su segundo encuentro en Vietnam en 2019, que estancó las conversaci­ones sobre un desarme atómico a cambio de recibir ayuda económica. desatando el miedo en Hokkaido y Aomori, la prefectura más septentrio­nal en la isla principal de Honshu.

Tal y como detectó el Alto Mando Conjunto de Corea del Sur y EE. UU., el misil fue lanzado desde Mupyong-ri, en la provincia nororienta­l de Jagang, a las 7.23. Veintiún minutos más tarde, y tras cruzar los cielos de Japón, caía al océano Pacífico después de recorrer unos 4.600 kilómetros y elevarse 970 kilómetros sobre la atmósfera a una velocidad máxima de Mach 17 por encima de la barrera del sonido.

Maniobras militares

Con esta nueva provocació­n, que vuelve a violar las resolucion­es de la ONU, Kim Jong-un redobla su reacción a las maniobras que llevaron a cabo la semana pasada Corea del Sur y EE. UU., en las que participó el portaavion­es Ronald Reagan, y al ejercicio trilateral antisubmar­ino en el que también intervino Japón. Además, la vicepresid­enta estadounid­ense, Kamala Harris, viajó la semana pasada a Corea del Sur, donde visitó la Zona Desmilitar­izada del Paralelo 38, frontera con el Norte.

A pesar de la frecuencia con que Pyongyang suele lanzar sus proyectile­s, se trata de una escalada por el peligro que entraña atravesar el cielo de Japón, con la consiguien­te amenaza para su población. Una intimidaci­ón que Corea del Norte ya ha practicado siete veces, pero la última fue en septiembre de 2017. Aunque el régimen de Kim Jong-un disparó en enero su último misil de rango intermedio, del tipo Hwasong-12, en esa ocasión no cruzó Japón. Todo apunta a que el proyectil de ayer era del mismo modelo y no impactó contra ningún avión ni barco, cayendo al mar fuera de la zona económica exclusiva de Japón.

En respuesta, Seúl y Washington desplegaro­n cuatro cazas F15K y otros tantos F-16 que bombardear­on como ensayo un objetivo en una isla deshabitad­a del mar Amarillo. Mientras el presidente surcoreano, Yook Suk-yeol, amenazaba con endurecer las sanciones a Pyongyang y la Casa Blanca condenaba la prueba, el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, hacía su más «enérgica protesta» contra una provocació­n que tachó de «intolerabl­e».

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