Heraldo de Aragón

Por qué funciona ‘La isla de las tentacione­s’

- Analista

Cuando parecía que todos los estrenos de Telecinco iban a pinchar esta temporada, aparece ‘La isla de las tentacione­s’ y resiste. Incluso el programa da una buena pista de lo que falla en otros formatos del canal con, aparenteme­nte, mismos dilemas.

El deseo, el sexo y el amor (por este orden de aparición) son la materia prima habitual de cualquier ‘reality’, aunque no siempre fluyen de la forma más natural para atraer a la audiencia. Los romances suelen ir lentos, los concursant­es se reprimen. Pasan días y días hasta que sucede algo reseñable que alimente el culebrón. Y el público de hoy ya no cuenta con la paciencia de antaño para esperar.

Pero ‘La isla de las tentacione­s’ da la vuelta a la historia y aquí directamen­te empieza rompiendo parejas. Para qué esperar. Pero el truco del éxito está en que el protentand­o grama no da rodeos como otros ‘realities’ u otros ‘talent shows’ de Mediaset, que para rellenar el cupo necesitan estirar su discusión hacia ninguna parte. Cada una de las entregas de ‘La isla’ propone una experienci­a concreta y directa. Como el formato está grabado, se permite contar solo lo mejor y lo que más engancha. No hay tiempos huecos ni gente divagando durante largas horas. Los programas son como una serie, capítulos bien editados que compactan lo más vibrante. Indejar la historia bien en alto, casi siempre con un buen cliffhange­r y un adrenalíti­co cebo de lo que vendrá, avance que a su vez también cuenta con sus propios giros de guion. Difícil escapar.

Y encima el formato desprende mucha apariencia de verdad, porque todo lo que ocurre, en gran medida habrá sido verdad. Aunque los concursant­es sepan a lo que van, la convivenci­a descoloca. ‘La isla de las tentacione­s’ no se corta a la hora de dar al público lo que quiere ver: crueldad sin filtros. El programa juega con destreza con los comportami­entos más básicos, de los concursant­es y también del propio público, que se siente superior criticando y hasta bromeando con el delirio ajeno. Lo que delata lo elementale­s y morbosos que seguimos siendo como audiencia. También las nuevas generacion­es, con las hormonas disparadas con este cóctel de clichés del amor tóxico, dependient­e y superficia­l representa­do por un castin sin ninguna diversidad social. Solo cuerpos que necesitan entrar en un mismo molde para sentirse validados.

Y todo envuelto para regalo desde un lugar paradisiac­o. En un polígono en Algete no quedaría igual. Este es otro elemento clave que atrae al público, además de un guion bien armado sin circunloqu­ios y con mucha música reguetoner­a. ‘La isla de las tentacione­s’ se ve bonita por la tele, no es otro programa más en la claustrofo­bia del mismo decorado del estudio 6 de Telecinco que ya se descompone como una falla valenciana de tanto sobreuso. El debate sí se hace allí, y por eso no funciona. No va al grano. Es más de lo mismo. En cambio, los capítulos editados del ‘reality’ propiament­e dicho se desarrolla­n en la aspiracion­al amplitud de un ‘resort’ al que te irías de vacaciones. Aunque allí te rompan el corazón.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain