Heraldo de Aragón

La toma interminab­le de Bajmut

- Víctor Orcástegui

Los rusos llevan diez meses tomando Bajmut. Los mercenario­s de Wagner incluso han cantado victoria varias veces. Pero se sigue luchando entre los escombros de lo que fue una ciudad. Cuando terminen de conquistar­la descubrirá­n que, aparte de la honrilla de apuntarse un triunfo, habrá sido un esfuerzo inútil. También hace meses que se habla de una contraofen­siva ucraniana en primavera, pero estamos casi a mitad de abril y nada. Los dos bandos están faltos de municiones. Y, sobre todo, se han dejado ya demasiadas vidas en el campo de batalla por culpa de la obcecación de Putin. ¿Cuándo pensará detener la sangría? Es una esperanza demasiado leve, pero la semana pasada, por primera vez en mucho tiempo, la palabra negociació­n salió de los labios de representa­ntes de ambos gobiernos. Un asesor de Zelenski dio a entender que Ucrania estaría dispuesta a negociar sobre Crimea. Aunque luego replegó velas. Y el ministro ruso Lavrov dijo que Moscú negociaría con Ucrania en el marco de un orden mundial que tuviera en cuenta «los intereses justos de Rusia». No es mucho, pero es algo. Y por ahí anda la iniciativa de paz de China, cuyo presidente se ha entrevista­do con Sánchez, con Macron y con Von der Leyen. Algo hablarían de Ucrania. Ultranacio­nalistas rusos denuncian que en torno al Kremlin existe algo así como un ‘partido de la paz’ que estaría frenando el esfuerzo bélico de Rusia. Lo consideran una traición. En los dos bandos hablar de paz suena a traición y derrotismo. Pero antes o después habrá que hacerlo. Y mientras tanto, los jóvenes rusos y ucranianos siguen muriendo.

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