Heraldo de Aragón

¿A QUÉ TIENEN ALERGIA LOS EUROPEOS? >UN MAPA TE LO MUESTRA

Un nuevo estudio realizado por centros de investigac­ión de distintos puntos de Europa concluye cuáles son las alergias más frecuentes en cada región del continente, muy relacionad­as con factores externos como la dieta o el lugar en el que se vive

- BIO, BIO, ¿QUÉ VES? INÉS MÁRMOL

AH, LA PRIMAVERA La naturaleza despierta tras el frío invierno, todo se vuelve colorido y hermoso. Los días van siendo cada vez más largos, vuelven las ganas de pasear sin rumbo y de sentarse a tomar algo al sol en una terraza coqueta. ¿No es la época más bonita del año? ¿A quién podría no gustarle la primavera?

A los alérgicos. Conforme se acerca el mes de marzo, muchas personas van tachando los días con terror, sabiendo lo que les espera en cuanto el polen comience a surcar los aires. Un festival de estornudos, toses, mocos y ojos enrojecido­s que les obligará a pasarse los primeros días de buen tiempo entre pañuelos, jarabes y pastillas. Un suplicio.

Eso sí, que la popularida­d de las alergias estacional­es no nos confunda. Estos trastornos pueden sufrirse en cualquier época del año, ya que se puede ser alérgico a un alimento, al pelo de una mascota o a la picadura de un insecto. Aunque el desencaden­ante de una alergia pueda variar, el mecanismo de acción es el mismo en todos los casos. Se trata de una reacción exagerada del sistema inmunitari­o.

NO TE PONGAS ASÍ, QUE NO ES PARA TANTO El sistema inmunitari­o nos defiende frente a amenazas externas. Examina cuidadosam­ente todo lo que entra en contacto con nosotros para distinguir entre lo que puede dañarnos y lo que no. Al detectar una amenaza pone en marcha una serie de mecanismos cuyo objetivo es acabar con el peligro. Esto es lo que se conoce como respuesta inmunitari­a.

Aunque el sistema inmunitari­o generalmen­te funciona muy bien, a veces puede confundir algo inocuo, como un mísero grano de polen, con una amenaza de primer orden. Entonces, monta to-* do un dispositiv­o policial para acabar con un peligro que no es tal. Estas sustancias inofensiva­s que el cuerpo interpreta erróneamen­te como amenazas son los alérgenos.

Una alergia consta de dos etapas. La primera es la de sensibiliz­ación al alérgeno. Cuando el alérgeno entra en contacto con el cuerpo por primera vez, será examinado por las células presentado­ras de antígeno, las APC por sus siglas en ingles. Las APC van por todo el cuerpo recogiendo aquello que es extraño, para después prevenir al resto de células del sistema inmunitari­o frente a un posible peligro. Tras encontrar el alérgeno, se lo llevarán a los linfocitos T y B, responsabl­es de iniciar un ataque si es necesario. Los linfocitos B producen anticuerpo­s frente a las sustancias ajenas al cuerpo. Al confundir al alérgeno con algo peligroso, van a producir unos anticuerpo­s llamados inmunoglob­ulinas de tipo E o IgE, que permanecer­án en circulació­n o unidas a otras células del sistema inmunitari­o, listas para activarlas cuando sea necesario.

Esta primera fase, en la cual todavía no hay síntomas, tiene una duración variable, ya que depende de cuándo vuelva a entrar en contacto el alérgeno con el cuerpo. Podría durar días, meses o incluso años. Pero una vez que nos volvamos a topar con ese alérgeno, pasamos irremediab­lemente a la segunda etapa, la de manifiesto. Las IgE que se habían producido en la primera etapa van a activar a mastocitos, basófilos y eosinófilo­s. Estas células contienen un montón de sustancias citotóxica­s que suelen usarse para combatir a parásitos. En esta ocasión, al no tener un enemigo real al que hacer frente, los daños los recibirán nuestros propios tejidos. En concreto, las zonas que estén en contacto más directo con el alérgeno. Por eso, quienes son alérgicos al polen tendrán síntomas respirator­ios, pero quienes tengan alergia a un alimento padecerán síntomas digestivos.

LAS ALERGIAS, SOBRE EL MAPA En las alergias influyen distintos factores externos. Algunos están relacionad­os con nuestra dieta, otros con la región en la que vivimos. Esto lo refleja a la perfección el primer mapa de las alergias de los europeos, desarrolla­do por un consorcio europeo de investigac­ión. Tomando datos de niños de Suecia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido, Alemania, España e Italia, han podido determinar qué alergias tienen mayor prevalenci­a en cada región. Por ejemplo, se ha visto que en los países del Sur es mucho más frecuente la alergia al olivo que en las regiones del Norte, lo que tiene mucho sentido teniendo en cuenta que hay muchos más olivos en el Sur. Por tanto, las posibilida­des de exposición al alérgeno van a ser más altas. También han observado que en el Sur es más frecuente ser alérgico a frutas que en los países norteños, donde el cacahuete es el alérgeno principal relacionad­o con la comida.

También se ha podido determinar la influencia de la climatolog­ía en las alergias gracias a comparar datos de dos regiones españolas: Sabadell, en Cataluña, y Guipúzcoa, en el País Vasco. De acuerdo con los datos del estudio, la sensibiliz­ación a los alérgenos respirator­ios, como los ácaros del polvo, es mayor en los niños de Guipúzcoa. Los investigad­ores opinan que el clima más húmedo de esta región, frente al clima más cálido y seco de Sabadell, podría estar relacionad­o con esta mayor tasa de alergia.

Ojalá este mapa le sirviese a nuestro sistema inmunitari­o para orientarse un poco y darse cuenta de que no hay ningún dragón al final del horizonte. Sin embargo, quienes padecemos alergias vamos a tener que seguir evitando exponernos a nuestros alérgenos en la medida de lo posible y acudiendo al médico siempre que sea necesario.

EL SISTEMA INMUNITARI­O DE LAS PERSONAS ALÉRGICAS CONFUNDE UN GRANO DE POLEN CON UNA AMENAZA Y REACCIONA DE FORMA EXAGERADA

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Quienes son alérgicos al polen presentan síntomas respirator­ios.
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