Un sacerdote se encarga de 23 localidades en la provincia: «No existe relevo generacional»
● Noel Ardón es uno de los curas que se desplaza por varios pueblos los fines de semana debido a la falta de vocaciones
HUESCA. La falta de sacerdotes se agudiza con el paso de los años. Cada vez son más los que se retiran por edad y los que se acercan a los 75 años, momento marcado para la jubilación (aunque hay quienes deciden seguir). Eso se traduce en que los párrocos de las zonas más despobladas se encargan de oficiar misa en numerosos pueblos. Para esta Semana Santa, en algunas zonas ha sido necesario contar con curas de Sudamérica.
Noel Ardón Rugama es el párroco de 23 localidades de la provincia oscense, más concretamente, de la comarca de la Hoya de Huesca. La iglesia de San Vicente Mártir de Siétamo y la ermita del Viñedo, cerca de Castilsabás, son los dos templos de referencia donde oficia misa todos los domingos y festivos del año. Semanalmente, de las más de una veintena de localidades que tiene bajo su responsabilidad, cinco tienen eucaristía el domingo y cuatro el sábado por la tarde. El resto la celebran una vez cada quince días o una vez al mes. Hay incluso algunos que solo requieren al sacerdote el día de la fiesta del pueblo.
De origen nicaragüense, tiene 32 años y es unos de los sacerdotes más jóvenes de la Diócesis de Huesca y en general, de toda la Comunidad. Se formó en Aragón y lleva nueve años dedicándose a la Iglesia como cura en la provincia oscense.
El joven párroco lamenta la falta de vocación que existe a día de hoy en la sociedad. «Yo sentí que tenía que dedicarme a esto y dejé atrás otras cuestiones. Sin embargo, no es lo habitual. No existe relevo generacional. Las vocaciones sacerdotales salen de los matrimonios cristianos y no hay apenas bodas por la Iglesia», indica.
Muestra de ello es la edad media de los sacerdotes de la Diócesis de Barbastro-Monzón, que asciende a 72 años. Desde el arzobispado de Zaragoza también confirman que existen menos párrocos de los necesarios. «Hay escasez de clero, pero aquí no es tan llamativo como en el resto de Diócesis de la Comunidad», subraya el portavoz, José Antonio Calvo.
En la Diócesis de Zaragoza, señala, «hemos podido celebrar prácticamente la Semana Santa en todas las localidad».
Para poder cubrir todos los actos religiosos han optado por redistribuir a los curas de forma temporal. «Se intenta que en las parroquias de la ciudad que cuenta con más de un sacerdote se quede solo uno y el otro salga a otros pueblos para poder cubrir las necesidades. También hemos contado con la ayuda de siete diáconos permanentes», subraya. En este caso, a diferencia de otras diócesis de la Comunidad, añade, «no hemos tenido que recurrir a sacerdotes de Sudamérica que están en España ampliando sus estudios».
Sin embargo, en la Diócesis de Tarazona sí que han contado estos días con la ayuda de seis curas sudamericanos y africanos. «Cuando termina el año nos preguntan si vamos a necesitar ayuda o no para la Semana Santa. En el caso de que necesitemos, la Diócesis busca o los propios párrocos buscan por su cuenta porque conocen gente», argumenta José Carlos Fernández que es el sacerdote de Morata de Jiloca (350 habitantes), Atea (200) y Acered (200).