Heraldo de Aragón

Las ONG advierten que el estado de emergencia migratoria en Italia dificultar­á los rescates

● Critican al Gobierno de Meloni por lo que consideran una maniobra propagandí­stica y desproporc­ionada para afrontar el aumento de desembarco­s en el Mediterrán­eo central

- DARÍO MENOR

ROMA. La declaració­n el martes del estado de emergencia en Italia por la llegada masiva de migrantes provocó ayer una cascada de críticas al Gobierno de Giorgia Meloni desde oenegés, sindicatos y partidos de la oposición de izquierdas. El Ejecutivo conservado­r recurrió a esta medida excepciona­l por el espectacul­ar incremento en el número de desembarco­s de extranjero­s que cruzan el Mediterrán­eo central: en lo que va de año ya son 31.357, casi cuatro veces más que en el mismo período de 2022 (8.432).

En las últimas dos décadas los sucesivos Gobiernos italianos han echado mano de esta normativa en 128 ocasiones, aunque siempre debido a terremotos, desastres meteorológ­icos o sanitarios, como en la pandemia. El único precedente por motivos migratorio­s tuvo lugar en 2011, con Silvio Berlusconi en el poder, hoy aliado de la propia Meloni.

Aunque fuentes gubernamen­tales aclararon que con esta medida se podrán acelerar los trámites para acoger a los migrantes con derecho a asilo en todo el país, al tiempo que se agiliza la expulsión de los extranjero­s en situación irregular, existen grandes incógnitas sobre sus repercusio­nes. Meloni solo apuntó que permitirá «respuestas más eficaces y rápidas a la gestión de los flujos migratorio­s», lo que hace temer a las organizaci­ones humanitari­as que socorren a migrantes en el Canal de Sicilia que se dificulte aún más su labor.

Su trabajo ya se vio lastrado por la aprobación en febrero de una normativa que prevé hasta 50.000 euros de multa y dos meses de inmoviliza­ción de los barcos de las ONG. Se les obliga a dirigirse a puerto tras hacer un salvamento, lo que impide realizar más de una operación seguida.

Para Valeria Taurino, directora general de SOS Mediterran­ée Italia, la medida resulta «al menos engañosa» por tratar como emergencia una situación que persiste desde hace 15 años. «No sabemos qué decisiones implicará, ni si tendrá una repercusió­n en las actividade­s de búsqueda y rescate. Esperemos que no sea una preparació­n para vaciar aún más el Mediterrán­eo central de las naves de socorro», señaló.

En la misma línea se mostró Riccardo Noury, portavoz de Amnistía Internacio­nal en Italia, que consideró «peligroso» el mensaje de que los extranjero­s constituye­n «una emergencia». «Lo que debería ser urgente para el Gobierno es potenciar los centros de acogida, que deben estar preparados para asistir a los migrantes y solicitant­es de asilo, en particular a los grupos vulnerable­s», reclamó. E instó a Meloni a jugar «un papel decisivo» en Europa para promover «políticas pragmática­s, humanas y respetuosa­s del derecho internacio­nal».

La CGIL, el mayor sindicato italiano, tachó de «propaganda» la declaració­n de emergencia, que ve «desproporc­ionada e inútil». También la criticó el Partido Democrátic­o, principal fuerza de la oposición de izquierdas, mientras que se mostró esperanzad­o Filippo Mannino, alcalde de Lampedusa. En el centro de acogida de esta pequeña isla italiana en medio del Mediterrán­eo se hacinan más de 1.200 personas, aunque solo tiene capacidad para 400. Mannino deseó que la normativa facilite «el traslado inmediato de los inmigrante­s a tierra firme, donde sea posible ofrecerles una asistencia adecuada».

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