Sudán se sitúa al borde de una guerra abierta entre el ejército y las fuerzas paramilitares
● Los combates en la capital, Jartum, y en las principales ciudades del país se han cobrado ya al menos 56 civiles muertos y 600 heridos
MADRID. Una tregua con fines humanitarios detuvo ayer los combates que, durante todo el fin de semana, han librado el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), una poderosa milicia creada durante el régimen del dictador Omar Al Bashir y que cuenta con grandes recursos. Los choques armados ente ambos cuerpos se iniciaron en la capital, Jartum, y la vecina localidad de Omdurman y se han extendido a otros lugares como Darfur y Kasala. Estos enfrentamientos han provocado ya al 56 muertos entre la población civil y 600 heridos, según informes del Comité Central de Médicos, entidad independiente, que también habla de «decenas de víctimas» entre los contendientes.
Los enfrentamientos comenzaron el sábado en un suburbio meridional de Jartum y se extendieron rápidamente por el área urbana. Los testigos hablan de ataques aéreos sobre las instalaciones de las RSF, mientras portavoces de esta segunda institución anunciaron la toma del palacio presidencial y del aeropuerto local, acciones negadas sin embargo por el ejército, que se atribuye, por su parte, la conquista de la base de Karari, bastión capitalino de los rivales.
Varias columnas de humo se elevaron en diversos puntos de la ciudad, entre ellos, el Cuartel General del Ejército, según las imágenes difundidas por televisión. Los testimonios hablaban de vehículos bélicos y armas pesadas desplegadas por la ciudad, vaciada de transeúntes y tráfico. La población se mantenía encerrada en sus casas, mientras se escuchaba el sonido de los tiroteos y los disparos de artillería. Las escaramuzas también se han cobraron la vida de tres miembros del Programa Mundial de Alimentos en el norte de Darfur, por lo que la institución de Naciones Unidas anunció la suspensión de sus actividades.
Tensiones crecientes
Las hostilidades surgieron tras semanas de crecientes tensiones entre ambos bandos. Curiosamente,
los dos se aliaron para protagonizar el golpe de Estado de 2021. Una asonada que arruinó la transición emprendida en el país dos años antes y que debía conducir a la instauración de un régimen democrático. Al parecer, la pugna entre los antiguos aliados se ha agudizado tras recientes despliegues no autorizados de los paramilitares en la capital. El ejército les achaca el comienzo de la lucha tras un primer ataque a la sede de su Comando General.
El tono de las acusaciones no anticipa una fácil y rápida solución. Los principales líderes de las dos facciones, hombres clave de la escena política, se han tachado mutuamente de criminales. Abdelfatah al Burhan, jefe del ejército y presidente del Consejo Soberano de Transición, se enfrenta a Mohamed Hamdan Dagalo, comandante de las RSF y uno de los hombres más ricos y ambiciosos del país. El líder de los irregulares, también conocido como Hemedti, ha permanecido en las esferas del poder desde la última década del régimen de Omar Al-Bashir hasta la actualidad, a pesar de que la Corte Penal Internacional le achaca la comisión de crímenes de guerra, lesa humanidad y genocidio. Ajeno a estas denuncias, Hemedti o Pequeño Mohamed participa en el ejecutivo como miembro del citado Consejo Soberano.
La crisis sudanesa ha forzado una reunión del Consejo de Seguridad
y la Unión Africana en Addis Abeba para impulsar la implementación de un alto el fuego. Las principales potencias, la Liga Árabe y el IGAD, una organización que fomenta la integración de África Oriental, también han llevado a cabo reuniones de emergencia y llamamientos al diálogo. El vecino Egipto se ha ofrecido para realizar labores de intermediación destinadas a impulsar el diálogo entre las partes.