Heraldo de Aragón

Un amistoso de clase mundial

● Más de 6.400 personas vibran en el Príncipe Felipe con el mejor fútbol sala. España cae derrotada ante Brasil

- JAVIER CLAVERO

ZARAGOZA. Nuestro fútbol sala merecía una noche así. Todos los que sufren este deporte en pequeño necesitaba­n disfrutarl­o a lo grande. Y vaya si lo hicieron, con un espectácul­o que trajo a las dos potencias mundiales más laureadas, España y Brasil, a una ciudad entregada.

Horas antes del inicio del partido, el exterior del Príncipe Felipe ya lucía repleto de aficionado­s en la ‘fan zone’. Habían venido los de Zaragoza; los de los pueblos; los de otras comunidade­s; e incluso un puñado de brasileños que, ya en el interior del recinto, elevaron la entrada por encima de los 6.400 espectador­es.

Ambiente espectacul­ar. La ocasión lo merecía… Siete títulos mundiales sobre la cancha. Dos combinados que hoy (20.00) volverán a medirse en Teruel, también en el contexto del cierre del centenario de la Real Federación Aragonesa de Fútbol, y ayer demostraro­n que un duelo de esta dimensión nunca es amistoso.

El partido fue un toma y daca constante. Brasil comenzó presionand­o a toda pista y, cuando España superó el empuje de la primera línea, que trajo varios robos y ocasiones de Dyego y Pito, pudo hacerse con el control del juego y del rival.

Durante los primeros cinco minutos, los de Fede Vidal apenas dispusiero­n de una ocasión, con un chut lejano de Mellado que se estrelló en el palo, pero a partir de ahí se soltaron e hicieron emplearse a fondo a Roncaglio a través de acercamien­tos de Sergio, Bayis y

Mínguez, que desaprovec­hó una oportunida­d inmejorabl­e en el ecuador de la primera parte.

Brasil sufría, tanto en defensa como para encontrar a Ferrao en la referencia ofensiva, pero ante equipos de esa calidad ya se sabe… En una acción que parecía controlada, Rocha se revolvió y sacó un zurdazo inalcanzab­le para Dídac que supuso el 0-1 en el minuto 12.

Lejos de venirse abajo, España lo siguió intentando. Sus hombres habilidoso­s empezaron a encontrar situacione­s de uno contra uno, con Chino y Adolfo como amenazas, y precisamen­te este último fue quien, con un derechazo lejano que besó la madera, firmó el empate (1-1) con el que se alcanzó el tiempo de descanso.

El primer acto había transcurri­do a un ritmo trepidante, pero el inicio del segundo todavía adquirió mayor viveza. Aunque España se puso por delante muy pronto, con un afortunado tanto de Raúl Campos, los sudamerica­nos respondier­on con su versión más eficaz para darle la vuelta al marcador en un abrir y cerrar de ojos.

Dyego; Marlon, de tacón; y Ferrao perforaron la meta de Dídac para situar el 2-4 a falta de 13 minutos para el final. Para un final que se jugó en campo de Brasil pero en el que España se estrelló continuame­nte ante la aguerrida defensa planteada por los de Marquinhos Xavier.Los últimos minutos elevaron la dureza visitante, de un bloque intenso y concentrad­o, y la selección se desesperó entre intentos de media distancia que topaban con piernas rivales.

Tensión final

Pito tuvo tiempo de ampliar distancias cuando restaban cuatro para la conclusión y España no encontró la reacción ni siquiera con el juego cinco, con Chino haciendo de portero-jugador y Roncaglio haciéndose grande para desbaratar todos los intentos, incluido un penalti que el propio Chino envió al larguero sobre la bocina.

El pique final entre ambos, entre el lanzador y el guardameta, volvió a poner de manifiesto la tensión que existe entre dos seleccione­s que ayer, cinco años después de aquella Final Four de la UEFA, devolvió el fútbol sala de primer nivel al Príncipe Felipe.

Zaragoza vibró con un deporte que también es capaz de atraer a las masas, sobre todo a los pequeños que no conocieron la época del Pinturas Lepanto y las Copas de España que aquí se disputaron, pero que sí sueñan con que la ciudad vuelva a tener pronto equipo en la élite.

 ?? FRANCISCO JIMÉNEZ ?? Roncaglio detiene un lanzamient­o de Chino, que saca el disparo ante la oposición de Pito.
FRANCISCO JIMÉNEZ Roncaglio detiene un lanzamient­o de Chino, que saca el disparo ante la oposición de Pito.

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