«No quiero hijos perfectos, sino que se sientan queridos»
Usted viene de familia de psiquiatras, su padre es el doctor Enrique Rojas, ¿por qué se inclinó por la psicología y la comunicación?
Mi abuelo fue psiquiatra y mi padre, tengo varios tíos y algún primo. También hay psicólogos. Desde que era pequeña decía que me gustaba a lo que se dedicaba mi padre. No recuerdo el momento exacto en que supe qué era la psiquiatría, pero nos contaba historias de pacientes y me parecía un mundo apasionante. Empecé Medicina, pero me gustaban muchas cosas, y después decidí hacer Psicología y Periodismo.
¿Por qué esta segunda carrera?
Me gustaba mucho la política, pero me dijeron mis padres que nada de dedicarme a ella. Me gustaba escribir y fue el compendio perfecto entre política y escribir.
Veo que le ha gustado estudiar.
Sí, mucho. Me gusta leer, investigar. En mi familia tenemos todos un fondo muy curioso, muy lector. En el colegio leía muchísimo. En mi casa solo veíamos la tele para ver los partidos del Barça y alguna vez alguna película, pero sumamente especiales.
¿Qué le gustaba leer?
Recuerdo leer ‘Los renglones torcidos de Dios’, ya con 13 o 14 años. Fuimos a un colegio francés y leíamos mucho en francés. Leía libros juveniles como los de ‘Torres de Malory’, que con 12 años los devoraba, y ‘Los Hollister’. Luego Harry Potter me encantó.
En un mundo de pantallas como el actual es todo muy diferente.
Entiendo lo que nos ayudan, pero soy muy consciente del problema que supone dar un móvil o una tablet a un niño antes de los 12, 13 ó 14 años. Soy la primera a la que le cuesta, pero al llegar a casa dejo el móvil en el bolso y hasta que no acuesto a mis hijas no lo miro. Evito tenerlo en todo momento.
¿Qué recuerdos guarda de esa infancia sin televisión?
Mi infancia fue feliz aunque tuve un accidente con 12 años, un año que estuve en Irlanda. Iba en bici y choqué contra un coche. Fue muy complicado porque estuve en silla de ruedas y casi me amputan las piernas. Fue un momento que me marcó de sufrimiento, pero gracias a ese accidente puedo decir que tengo fuerza de voluntad, porque pasé un año de rehabilita-* ción, lloré mucho y a día de hoy puedo hacer de todo. Fue una infancia feliz, que no perfecta. Mis padres también se enfadaban y nos castigaban. Fui educada en el ‘no’, en el ‘no es necesario’, en posponer la recompensa.
¿Cómo hemos llegado a la situación contraria en la educación de los hijos?
Estamos en la sociedad del ‘ya’, el ‘ahora’, de esa recompensa instantánea. Ahora se elige tener hijos y esto hace que en muchas ocasiones se le haga el rey de la casa. Hay una sobreprotección que hace que a la larga los niños sean poco resilientes, con miedo a todo. Hace que suplamos la carencia de tiempo con cosas, actividades, planes… Yo no quiero hijos perfectos, sino felices, que se sientan queridos. ¿La pandemia de covid-19 y el confinamiento nos han dejado más tocados psicológicamente? La única cosa buena que ha teni
Isabel Rojas, psicóloga y periodista madrileña, trabaja en el Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas (IEIP) con su padre, Enrique Rojas
do la covid es que ha normalizado la salud mental. Ahora la demanda es la natural. Igual que todo el mundo va alguna vez al dentista tendría que venir también alguna vez al psicólogo.
Habló en Zaragoza del reto de educar en libertad, en el congreso de Fepace, Federación de Asociaciones de Padres y Madres de alumnos de Fomento de Centros de Enseñanza, en colaboración con Sansueña y Montearagón. ¿Cuáles son las claves? Estamos en un mundo donde oficialmente somos libres, pero cada vez somos más esclavos de lo inmediato, de nuestras apetencias, del qué dirán, viviendo hiperalertas, con crisis de ansiedad... Hacer que nuestros hijos sean libres no significa hacer lo que les da la gana sino disfrutar de lo que hacen y ser valientes, una de las cosas que se trabaja menos. Solo los valientes consiguen lo que se proponen.