Ofensiva en el Ebro
El sábado en Zaragoza –cuánto honor para nuestra ciudad– Podemos inició su contraofensiva. Sí, porque ya ha quedado muy claro que el principal propósito de todo el ruido que se ha organizado en torno a Yolanda Díaz –y de momento es poco más que ruido– es negarles a ellos el pan y la sal. Dicen los podemitas –que cruzaron el Ebro con toda la plana mayor a la cabeza– que tienen la mano tendida para negociar con la plataforma Díaz, pero que no consentirán que los releguen a un segundo plano. Lo que pasa es que Sumar precisamente va de eso, de intentar que Podemos no vuelva a tener un papel protagonista en una posible futura segunda edición del gobierno Frankenstein. Es en cierto modo la revancha del Partido Comunista, que en 2016, para no desaparecer del mapa, tuvo que rendir con armas y bagajes su Izquierda Unida a la estrella entonces ascendente de Pablo Iglesias. Ahora es la comunista Díaz la que quiere organizar a sus anchas el espacio de la izquierda, y Podemos, con sus excesos radicales y su falta de seriedad, estorba. Y también Sánchez, claro está, se sentiría más cómodo dirigiendo un gabinete en el que a su izquierda se sentase Díaz, como ahora, pero no estuviesen las legatarias de Iglesias. Pero claro, Podemos no se va a dejar arrinconar fácilmente. Veremos en qué queda la batalla, porque Sumar, aunque parezca que va a comerse el mundo, sigue siendo una nebulosa y Díaz, aunque se presuma que tendrá muchos votos, nunca ha encabezado un cartel electoral. Los podemitas se lo juegan todo en las elecciones del 28 de mayo. Si fracasan, Díaz no tendrá piedad.