Las trabajadoras de protección de menores
Sucede casi siempre con las profesiones feminizadas, aquellas donde las mujeres son mayoría, que el trabajo es mucho y el reconocimiento y el salario son muy poco. Son trabajos relacionados con los cuidados, con la atención a los débiles, a los viejos, a los enfermos, a los niños desamparados, a los pobres, a los minusválidos... Los que a casi a nadie interesan, salvo a estas mujeres que los acompañan y los cuidan y les dan amor. Esto es lo que sucede con las trabajadoras de reforma y protección de menores en Aragón, que actualmente están pidiendo a la Administración y a la patronal del sector un convenio que dignifique sus precarias condiciones laborales. Son mujeres valientes y solidarias que desarrollan un trabajo esencial cuidando de nuestros niños y adolescentes más vulnerables y desprotegidos, víctimas de la exclusión social. El suyo es un trabajo durísimo, con exposición cotidiana a situaciones de tensión y violencia. El Gobierno de Aragón las consideró ‘trabajadoras esenciales’ durante la pandemia. Y fija en un 100% los servicios mínimos para asegurar el mantenimiento de los centros cuando se declaran en huelga. Pero se las condena a unas condiciones laborales absolutamente precarias, con salarios mileuristas. Trabajan en centros públicos gestionados por empresas que declaran no tener ánimo de lucro y sí compromiso con la justicia social y la calidad de la atención. Pero un compromiso real con estos nobles principios pasa por dignificar la vida de sus trabajadoras, garantizando que un trabajo que es por y para la justicia social se realice en condiciones socialmente justas. Y esto es lo que pretende el convenio colectivo autonómico de reforma y protección de menores que estas trabajadoras reclaman y que de momento los gerentes responsables de estas empresas se niegan a negociar.
Bernie Esteban Sanz PINSEQUE (ZARAGOZA)