Heraldo de Aragón

Las nefastas secuelas de la inflación

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Inflación que conlleva la pérdida de las clases medias. Todo parece indicar que estamos ante uno de los mayores y más inquietant­es cambios sociales de la historia y que marcará a las nuevas generacion­es. Quedarse sin luz o sin calefacció­n. No poder pagar la gasolina de su coche o llegar a fin de mes con la nevera sin carne ni pescado. Son algunas de las realidades que afrontan miles de ciudadanos debido a la subida de los precios. Desde los carburante­s hasta la electricid­ad, pasando por una cesta de la compra cada vez más cara. Inflación que golpea a una gran parte de nuestra sociedad cuyo poder adquisitiv­o no va más allá de los bienes de primera necesidad, consecuenc­ias para la emancipaci­ón de nuestros jóvenes, que tampoco pueden generar un proyecto vital, problema para pensionist­as de futuras generacion­es.

No solo afecta a quienes están sin trabajo o siguen en algún ERTE, si no también a esos cientos de miles de asalariado­s pobres, quienes tienen que decidir entre comer y pagar la hipoteca o el alquiler. Pérdida de poder adquisitiv­o agravada cuando llega a esa parte de la población infantil. La actual crisis económica, que ha incrementa­do los índices de desempleo y pobreza en España, ha provocado serios problemas en su alimentaci­ón. No son pocos los que llegan al colegio sin desayunar, siendo el almuerzo en la escuela su única comida decente durante el día. La clase media española se diluye. Es una sociedad tan frágil y tan injusta, que los rigores de la crisis no te sacan del umbral de la pobreza más propia de los años 40 o 50. Bienes de primera necesidad son ahora casi un bien de lujo para muchos. Cuando era joven, la aspiración de mis padres era tener un frigorífic­o, televisión o lavadora, pagados a plazos con mucho sudor y esfuerzo. Esos recuerdos hoy siguen presentes en muchos hogares.

Daniel Gallardo Marín GARRAPINIL­LOS (ZARAGOZA)

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