Heraldo de Aragón

«Aquella Zaragoza era fascinante»

- PEDRO CIRIA, ESTUDIOSO DEL REAL ZARAGOZA Y DEL AÑO 1923, PUBLICA LA FICCIÓN HISTÓRICA ‘18 DE JULIO’ (DOCE ROBLES) A. CASTRO

En ‘La inocencia del cruasán’ (Doce Robles), abordaba el complejo y rico año 1923. ¿Por qué ese salto al 18 de julio de 1936, cuál era su idea, qué quería aquilatar de la historia en ‘18 de julio’ (Doce Robles), que presentó con el historiado­r Guillermo Fatás?

La Guerra Civil ha sido el ‘leitmotiv’ de infinidad de monografía­s de Historia, de novelas, de películas, de cómics… Lo conocemos casi todo, pero lo que ocurre en la mitificada fecha del 18 de julio, ese día, ese fin de semana en concreto, a menudo ha pasado de puntillas. No es cuestión de ideologías ni de prejuicios. ¿Cómo se viven a pie de calle 36 horas que cambian la historia de un país? ¿Y en las altas esferas?

¿Cuáles son sus respuestas?

Hay un golpe de estado, pero no se inicia una guerra, todavía no hay guerra. Nosotros sabemos el final de la historia, pero los protagonis­tas no; ellos no se lo podían ni imaginar.

¿Qué ha sido más difícil: contar el relato de ese triángulo amoroso o documentar casi el hora a hora del golpe de Estado?

La creación literaria es, ante todo, libertad. La Historia exige rigor, precisión y honestidad. La documentac­ión ha sido tan laboriosa como apasionant­e, pero muy exigente. Con un tema tan delicado, sobre del que tanto se habla y tanto se desconoce, hay que pisar sobre seguro. El armazón histórico no debe tener fisuras, pero necesita ser flexible para encajar en él una ficción que atrape al lector, que le transporte a una calurosa tarde de verano de hace más de noventa años y se sienta como en casa.

Hablemos de los tres protagonis­tas. ¿Existían mujeres con esa determinac­ión y vida mundana y erótica como Nita?

Nita es una mujer de la República: joven, desinhibid­a, buena estudiante y con un futuro muy prometedor. En unas horas su vida da un vuelco y la realidad le empuja a descubrir que jamás nada volverá a ser igual. Es un personaje de ficción tan actual que el lector se mete rápidament­e en su piel, pero no anacrónico. Es hija de su tiempo. Se apodera de la novela y la hace suya.

El protagonis­ta es Willy, Guillermo Ortega, de ‘El Noticiero’. ¿Por qué eligió un periodista tan modesto e inexperto?

Sabemos que Zaragoza cae del lado rebelde, sabemos qué decisiones se toman en los grandes despachos, pero es necesario entrar en ellos y este personaje es la llave. Willy es inmaduro y apuesto, despreocup­ado. Como a Nita, la Historia lo atropella. Transmite al lector la tensión de la improvisac­ión, del no saber qué pasará dentro de media hora, de verse superado por los acontecimi­entos, de no comprender. Willy puede ser cualquier joven aragonés de 1936, o de hoy.

El tercer lado del triángulo es José Miguel, su hermano y secretario personal del gobernador...

José Miguel es la madurez, la clase media, el hombre común, el ladrillito que ayuda a construir la Historia con mayúsculas. Una Historia que nunca reconoce las pequeñas aportacion­es. Un ladrillito que, sin buscarlo, se encuentra adosado a la clave de bóveda. Dentro de la esfera militar, hay dos personajes claves: Miguel Cabanellas, tan paradójico, y Núñez de Prado. ¿Pasa Cabanellas de la lealtad a la traición?

Los militares son los protagonis­tas de la Historia con mayúscula, pero no he querido que lo fueran de esta novela. Cabanellas siempre será visto por los republican­os como el gran traidor que entregó Zaragoza y la mitad de Aragón. Era un viejo lobo curtido en África, masón y con muy buena relación con la administra­ción republican­a, al contrario que varios de sus antiguos colegas como Sanjurjo o el propio Franco. Mola se había reunido con él pero no logró arrancarle un compromiso claro de su apoyo a la sublevació­n. Jugaba a las cartas con el gobernador, iban a los toros. Nadie se lo esperaba.

¿Y Núñez de Prado?

Representa la impotencia del Frente Popular. En España, los poseedores del monopolio de las armas han sido siempre la gran amenaza del poder establecid­o, sea el que fuere.

¿Ha querido hacer una novela de espías o de periodismo?

He querido hacer una novela de personas como nosotros arrastrada­s por los acontecimi­entos. Periodismo y espionaje son dos herramient­as narrativas muy potentes, y actuales, para atrapar al lector. Para esta novela he pensado en la gente joven que quiera saber qué fue aquello: narración en tiempo presente, diálogos ágiles, fácil lectura, acción trepidante. ¿Cómo era aquella Zaragoza?

A mi juicio, fascinante. No le hemos hecho justicia a la Zaragoza del primer tercio del siglo XX. Tanto en ‘La inocencia del cruasán’ como en ‘18 de julio’ he querido transmitir la sensibilid­ad de aquella época, cómo sería pasear por sus calles, admirar sus edificios, tomarse un jerez en sus terrazas, a qué huelen sus cafés, qué preocupa a sus habitantes, cómo viven su ocio o atienden su negocio. Era una ciudad que había crecido mucho para convertirs­e en una metrópoli.

Para el escritor de ficciones que es usted y que convive con el historiado­r, ¿qué diálogo quería establecer con el lector y con el arte mismo de la novela?

Quiero llegar al público joven. Quiero que descubran que novela histórica no solo es Edad Media, que novela trepidante no solo es la policiaca y que los protagonis­tas de un tiempo tan lejano, y a la vez tan cercano, podrían haber sido ellos. Se puede olvidar un concepto, pero no una emoción.

¿Cuántas licencias de invención se ha permitido, sobre todo con los muertos?

Todas. No tenemos documentad­os grandes altercados en esas horas. El escenario es real, el hecho histórico del golpe es real, las líneas maestras de la actuación de los personajes históricos son reales. El resto es ficción, guardando el necesario equilibro entre novela e Historia.

«¿Cómo hemos podido llegar a esto?», se pregunta un personaje. Pedro, ¿por qué se llegó a ese convulso 18 de julio?

Es la gran pregunta. El hermano contra hermano viene después, cuando el golpe del 18 de julio fracasa, porque su objetivo era tomar rápidament­e el poder en Madrid y no lo logra. Es entonces cuando deviene en guerra civil. El 18 de julio es otro más de las decenas de golpes de estado que trufan la historia de España. Pero estamos en 1936, ni en 1923 ni en 1820, el mundo ha cambiado.

¿Qué duele profundame­nte en esta novela, qué le ha dolido?

El futuro perdido, el proyecto de vida que nunca llegará, la juventud truncada.

 ?? DOCE ROBLES/P. CIRIA ?? Pedro Ciria se ha atrevido a contar e imaginar la explosión del ‘18 de julio’ en Zaragoza.
DOCE ROBLES/P. CIRIA Pedro Ciria se ha atrevido a contar e imaginar la explosión del ‘18 de julio’ en Zaragoza.

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