Sánchez aprovecha la visita de Lula para oponer su modelo a «las derechas»
● El presidente español atribuye la «paz social» de la legislatura a las reformas de su Gobierno y tilda de «negacionistas» climáticos a los grupos de oposición
MADRID. La visita a España ayer del presidente de Brasil, Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, se celebró en un marco de sintonía socialdemócrata en el que la Moncloa puso todo el acento. Tanto Pedro Sánchez como el mandatario brasileño repitieron en varias ocasiones durante la rueda de prensa posterior a la reunión entre ambos la idea de que el gigante sudamericano «está de vuelta» en el contexto internacional tras los cuatro años de mandato del extremista Jair Bolsonaro. Un pretexto del que se valió el jefe del Gobierno español para confrontar su modelo con el de «las derechas», a las que definió, con una lectura claramente en clave doméstica, como «negacionistas» del cambio climático y contrarias a la «sanidad pública».
El dirigente brasileño visitaba por primera vez la Unión Europea tras su nueva investidura el pasado 1 de enero y después del intento de golpe de ‘bolsonaristas’ contra los poderes del país. La primera parada de esta ruta le llevó a Portugal, donde el martes fue abucheado por un grupo de diputados de extrema derecha. En Madrid, en cambio, el trato dispensado fue bien distinto, con la presencia ayer en la Moncloa de una nutrida representación gubernamental: la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, muy cercana al mandatario, y la tercera, Teresa Ribera, así como los ministros José Manuel Albares, Héctor Gómez, Diana Morant y Joan Subirats.
Lula se presentó con un largo discurso tras su regreso al poder y dirigido a los proyectos que tiene en marcha en Brasil para «revertir la destrucción de los últimos cuatro años». Un contraste bidas de sueldo». «Mejorar las condiciones de los trabajadores será bueno para la economía», insistió.
Lula, por su parte, trata de reforzar las relaciones con Lisboa y Madrid como primer paso para tejer alianzas con la Unión Europea. El Ejecutivo brasileño pretende dejar atrás la acción diplomática llevada a cabo durante el mandato de Bolsonaro, cuando se suspendió el contacto entre los países debido a las diferencias políticas entre administraciones.
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