Ritmos y compás de la óptica del color
Horizontes de papel
PINTURA Y DIBUJO
Joaquín Ferrer Millán. Palacio de Montemuzo. Hasta el 7 de mayo.
Joaquín Ferrer Millán (Zaragoza, 1951), hacía veinte años que no exponía de manera individual en su ciudad. La última tuvo lugar en 2003 en las salas del Torreón Fortea. Sin embargo ha continuado realizando muestras en Guadalajara, Valencia o Madrid. El artista comenzó a producir sus primeras obra en la década de los setenta y en enero de mil novecientos setenta y siete, inauguró su primera exposición en la Galería Berdusán de Zaragoza.
Desde sus inicios siempre se ha decantado hacia una pintura geométrica que ha ido evolucionando hacia un arte mas óptico. Como describió el profesor Arturo Ansón en la monografía publicada por Cajalón en 2001, «será en los años 80 cuando abandone la geometrización de las formas para trabajar en base a planos irregulares y superpuestos que dan lugar a paisajes formados por bandas horizontales de color». Será el momento en el que las líneas se multiplicarán dando lugar a sugerencias visuales. Un estilo personal que ha ido desarrollando a lo largo de su trayectoria.
En esta exposición Joaquín Ferrer
Millán presenta una colección toda sobre papel. Un soporte que siempre ha compatibilizado con su obra sobre lienzo y que constituye el resultado de una búsqueda investigadora, personal y subjetiva. El pintor al igual que Víctor Vasarely se rige por un único criterio que es el acontecimiento plástico puro, realizado respetando el plano. Una mirada centrada en la organización de líneas y colores, es decir, un juego en el que el protagonismo viene marcado por la forma y el fondo. Las rayas cromáticas van dando lugar a tramas de trazado abstractizante, ejecutadas con un gran refinamiento en la combinación de la escala de color.
Una organización en el espacio en bandas horizontales que dan lugar a la serie ‘Horizontes de papel’, que da título a la exposición.
El tratamiento de la policromía siempre es acompasado a los ritmos estructurales del trazado de los perfiles, dando lugar a composiciones donde se conjugan amarillos y anaranjados, ocres, azules o violáceos, siempre en combinación con tonos mas oscuros. Todo ello da lugar a estructuras cinéticas que se mantienen ingrávidas en el espacio, plagadas de ideas sugerentes que invitan a la imaginación. Un mundo creado por trazos cortos y continuados, como una red que se va disponiendo sobre el fondo dando lugar a distintos movimientos en la superficie.
La obra de Joaquín Ferrer Millán estaría relacionada con la teoría de la pura visibilidad del teórico del arte alemán del sigo XIX, Konrad Fiedler, al ser el propio artista quien proporciona las leyes de la visión. En este caso el color y la luz actuarían como elementos fundamentales. Según Fiedler, el arte se basa en el desarrollo de la experiencia perceptiva, independientemente del contenido literario que pueda representar. «El ojo del artista progresa, extrae, aísla, combina, ordena, da forma, crea su mundo autónomo, rico, infinito, real-ideal».
El estilo desarrollado por el artista se encuadra dentro del denominado arte óptico, como también lo fue el del pintor alicantino Eusebio Sempere. Pero también guarda concomitancias con los cinéticos, quienes estudiaron los mecanismos de la percepción visual al crear secuencias repetidas de líneas, formas simples o colores, dando lugar a composiciones de orden dinámica ideadas desde conceptos lumínicos. Siendo el artista ruso Naum Gabo, el primero en utilizar esta expresión. Joaquín Ferrer Millán es capaz de enlazar estos conocimientos para configurar su propia expresión de la pintura.