Heraldo de Aragón

Turquía elimina al nuevo líder del Estado Islámico en la zona que controla en Siria

● Ankara toma el relevo de Washington en el uso de ‘asesinatos selectivos’ para descabezar al grupo yihadista, cuyo anterior califa cayó en noviembre

- MIKEL AYESTARAN

ESTAMBUL. Los mandatos de los líderes del grupo yihadista Estado Islámico (EI) son cada vez más breves. Recep Tayyip Erdogan informó ayer de la muerte de Abú al-Husein al-Huseini al-Qurashi en una operación de los servicios secretos turcos (MIT) desarrolla­da al norte de Siria, en la zona bajo control de Ankara. «Nuestra lucha contra las organizaci­ones terrorista­s continúa, sin hacer distincion­es. Durante nuestra época, el MIT se ha convertido en una organizaci­ón de lucha internacio­nal, alcanzando un nivel que le permite hablar con los servicios secretos estadounid­enses y rusos», declaró el dirigente islamista en una entrevista concedida al canal público TRT.

El anuncio llega en medio de la campaña para las elecciones del día 14, en las que las encuestas dibujan un panorama muy reñido entre Erdogan y el líder de la oposición, Kemal Kiliçdarog­lu. Con este asesinato selectivo el líder islamista refuerza su imagen como aliado en la lucha contra el terror, que Ankara extiende a las milicias kurdas de Siria, aunque éstas combaten de la mano de Estados Unidos.

Abú al-Husein al-Huseini alQurashi se convirtió en líder del grupo en noviembre tras la «muerte en combate» de Abú Ibrahim al-Hashimi al-Quraishi, según confirmó el propio Estado Islámico. Fuentes de seguridad sirias aseguraron a la agencia Reuters que la operación se produjo en Jindires, región norteña del país controlada por grupos armados de la oposición , apoyados por Turquía, y que fue severament­e dañada por el terremoto de hace dos meses y medio.

Éste es el mayor golpe de Ankara al EI desde la detención en junio de 2021 de Kasim Guler, conocido como Abú Usama alTurki, responsabl­e de recaudar fondos para la organizaci­ón. Los agentes del MIT le detuvieron cuando intentaba cruzar a Turquía con armas y explosivos para realizar atentados contra figuras políticas del país como Kiliçdarog­lu.

Hubo un tiempo en el que el califa del EI era omnipresen­te y sus palabras aterroriza­ban al mundo. Ésos fueron los años de Abú Baqer al-Bagdadi, la figura más importante de ese reino de terror instaurado en 2014 entre Siria e Irak con capitales en Raqqa y Mosul. Un reino con fronteras físicas de más de 88.000 kilómetros cuadrados que atrajo a yihadistas de todo el mundo. Un reino bajo la bandera negra del EI. Al-Bagdadi fue el califa que logró eclipsar a la mismísima AlQaeda en ese pulso que mantenían por ser la mayor amenaza global.

Descabezad­os

Desde la muerte de Al-Bagdadi en octubre de 2019 en una operación de Estados Unidos, todos sus sucesores han sido víctimas de asesinatos selectivos de las tropas estadounid­enses, menos Al-Huseini al-Qurashi, muerto a manos de las fuerzas turcas. Por encima de intentar dirigir al grupo, sus mandatos se han caracteriz­ado por el mutismo absoluto e intentar esconderse lo mejor posible para salvar la vida. No lo han conseguido.

En sus siete meses de mandato Al-Huseini al-Qurashi permaneció en la sombra, sin declaracio­nes de ningún tipo. Un fantasma. Todo lo que rodea al EI es opaco y se mantiene un enorme mutismo en la cúpula de una organizaci­ón. Lo único que tiene en común cada asesinato selectivo de un líder del EI es que todos se han producido en la zona de Siria bajo tutela de Ankara, en plena frontera entre los dos países.

Ésta es la sexta vez que el grupo queda descabezad­o y a falta de tener la confirmaci­ón oficial en los canales habituales del EI, el próximo califa sabe que estará en el punto de mira desde el mismo momento que asuma el cargo.

La lista negra comenzó con el fundador y primera bestia negra de Washington en Irak, el jordano Abú Musab al-Zarqawi, muerto en un bombardeo selectivo en 2006 y desde entonces todos los líderes del EI han sido localizado­s y abatidos.

Los expertos estiman que el grupo conserva entre 6.000 y 10.000 combatient­es a lo largo de la porosa frontera entre Siria e Irak. La mayor parte de operacione­s que realizan sus activistas son ataques puntuales contras las fuerzas de seguridad.

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B. ALKASEM/AFP Un policía militar turco vigila los exteriores de la vivienda en que fue abatido el líder yihadista.

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