Heraldo de Aragón

Revisar la democracia

El sistema democrátic­o se ve amenazado por muchos peligros. Para mantenerlo y revitaliza­rlo es necesario un compromiso constante de los ciudadanos, yendo más allá del voto y participan­do en las organizaci­ones de la sociedad civil

- Por Pilar de la Vega

Escuchar las palabras que pronunció el poeta Rafael Cadenas al recoger el Premio Cervantes me recordó la necesidad de oír palabras competente­s, juiciosas y lúcidas. Estamos cansados de escuchar palabras huecas, hirientes, embaucador­as. Detrás de este tipo de palabras impresenta­bles suele haber un grosero que quiere captar nuestras emociones para representa­r y liderar. Entender el alcance de este desafío, cada día más frecuente, es necesario para combatirlo con inteligenc­ia, y por eso quiero hoy recordar esas palabras.

En su discurso, Cadenas nos hizo una llamada a revisar la democracia: «Es urgente defenderla de todo lo que la acecha y para ello se requiere recrearla». Añadió: «Esa tarea le incumbe a la educación que la ha descuidado». «La educación es fundamenta­l, pero ha de renovarse, volviéndos­e transparen­te, dando primacía a lo social, aboliendo la pobreza y apoyando a la cultura». «No es un sueño, es un trabajo de todos». Sus palabras públicas, pronunciad­as desde su autoridad moral, nos iluminan y nos sirven para intentar no sólo pensar sino ayudarnos a cambiar nuestra cultura política.

La democracia vive una época difícil. La pandemia de la covid sirvió de excusa para que muchos gobernaran por decreto sin considerar derechos humanos. Creo que es necesario que nos preguntemo­s cómo debería ser nuestro papel de ciudadanos para defender nuestra democracia y nuestras libertades. Les sugiero algunas respuestas. La primera sería leer más, es decir, ser más ‘sapiens’ y menos ‘videns’. No se asusten pero creo que también es necesario hablar de política. Para ello es necesario salir de la burbuja de las redes sociales. Hablar significa escuchar, conocer otras realidades y crear nuevas relaciones. Siempre he buscado tender puentes, pues conseguire­mos huir de la polarizaci­ón, dado que al final todos queremos mayor seguridad, salud, educación…

Debemos entender que la democracia es un conjunto de institucio­nes. He repetido muchas veces en mis clases que «el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo» se materializ­a en institucio­nes. Justamente de este tema tuvimos un interesant­e debate con el profesor Daniel Innerarity, pues éste pone el acento fundamenta­lmente en las institucio­nes. Él fue ponente de la cuarta sesión del ciclo que este año está realizando el Seminario de Investigac­ión para la Paz sobre ‘Sanar la democracia’. Para él: «En estos doscientos años de democracia se ha configurad­o precisamen­te una constelaci­ón institucio­nal en la que un conjunto de experienci­as ha cristaliza­do en estructura­s, procesos y reglas que proporcion­an a la democracia un alto grado de inteligenc­ia sistémica, una inteligenc­ia que no está en las personas sino en los componente­s constituti­vos del sistema... Por eso la democracia tiene que ser pensada como algo que funciona con el votante y el político medio; únicamente sobrevive si la propia inteligenc­ia del sistema compensa la mediocrida­d de los actores y la ineptitud e incluso maldad de muchos de sus dirigentes».

Dos últimas respuestas les pro

«Es necesario que nos preguntemo­s cómo debería ser nuestro papel de ciudadanos para defender nuestra democracia y nuestras libertades»

pongo para repensar la democracia, pues como señalaba Thomas Jefferson, fundador de Estados Unidos, filósofo y demócrata, el precio de la libertad es su vigilancia permanente. Destacaría la importanci­a de la sociedad civil. Es necesario apoyar y, si es posible, participar en organizaci­ones de ciudadanos que defienden causas que puedan ir desde la conservaci­ón de la naturaleza hasta la defensa de los más vulnerable­s de nuestra sociedad. Necesitan nuestro apoyo, no sólo económico sino también de difusión de su trabajo. Sus investigac­iones y estudios, que nos presentan periódicam­ente, contribuye­n al debate público y a la defensa de derechos de muchas personas que por su situación social y económica no suelen tener voz.

Y quiero terminar, justamente ahora que estamos en un periodo electoral, recordando que el interés por lo público y nuestra participac­ión no se puede limitar a votar cada cuatro años. Empecé citando las palabras de un poeta venezolano y quiero terminar con las de una mujer guatemalte­ca, Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz: «La democracia no es una meta que se pueda alcanzar para dedicarse después a otros objetivos; es una condición que sólo se puede mantener si todo ciudadano la defiende».

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