Típico de este tiempo
De entre las distintas formas que puede tomar un partido de fútbol, el de ayer entre Oviedo y Real Zaragoza, disputado en el estadio Carlos Tartiere, adoptó un tipismo de este tiempo que no apura ni a asturianos ni a aragoneses, de entreguerras para ellos: apenas nada relevante sucedió a lo largo de la primera mitad. Se jugó sin ritmo, sin tensión. Casi no se pisó el área contraria. Por supuesto, faltaron intensidad y velocidad. Ambos se dejaron llevar por sus respectivas comodidades, sin que sintieran ninguna exigencia. Abundó el pase corto en la llamada zona ancha del campo y se consumió el tiempo sin novedad, hasta que el Oviedo
anotó en su primer disparo a puerta y provocó un cambio de escenario.
Como Fran Escribá no quiso entregar gratuitamente la buena racha de resultados obtenida en las diez jornadas precedentes, ordenó para la segunda mitad presión, intensidad y dominio del espacio y del tiempo. A través de una brillante jugada personal de Sergio Bermejo obtuvo el botín pretendido. Empató el Real Zaragoza. Incluso en esa fase pudo marcar de nuevo. Estuvo muy próximo a hacerlo el ya mencionado Bermejo. Su remate de cabeza, en plancha, a un balón centrado por Nieto se marchó a escasos centímetros de la base del poste de la portería guardada por Tomeu Nadal, meta del Oviedo. No apuntilló allí el Real Zaragoza y sucedió después lo sabido. Se cumplió la vieja ley del fútbol que dicta que se castiga a quien perdona. Masca anotó para el equipo astur en el tiempo de descuento y rompió la positiva racha aragonesa. De paso, también le privó de la firma de la salvación matemática.