Heraldo de Aragón

«Las rutinas de antes eran más sanas, y hay que recuperarl­as»

Farmacéuti­ca y profesora en la Facultad de Medicina

- E. PÉREZ BERIAIN LORENA FUENTES BROTO

Habla de añadir vida a los años y no solo años a la vida.

Eso es lo que intentamos, eso es lo que habría que hacer.

¿Y cómo se consigue?

El concepto de salud es estar en equilibrio. Muchas de nuestras funciones siguen ritmos circadiano­s, cambian a lo largo del día. Para que esos ritmos sean buenos son necesarias rutinas, a unas horas concretas, y, sobre todo, contrastes entre el día y la noche. Esto es tener luz, alimentaci­ón y ejercicio durante el día y oscuridad, ayuno y reposo por la noche. ¿Qué tipo de ayuno?

Se habla de una ventana de ayuno como el tiempo que transcurre desde la última comida del día hasta la siguiente. Y lo ideal es que sea, como mínimo, de 12 horas y siempre en el mismo horario. ¿Cuál es nuestro reloj interno que regula los ritmos biológicos?

Cada órgano tiene un reloj y así realiza distintas funciones según la hora que marca. Para que todos los órganos estén sincroniza­dos tenemos un reloj central en el cerebro, que es el director de orquesta para poner en la misma hora a todos los demás relojes. ¿Por eso nos influye tanto el cambio de hora?

Así es. Cuando tenemos un ritmo establecid­o, por cada hora que retrasamos se tarda un día en sentirse de nuevo al 100%. Pero cuesta un 50% más adaptarse a adelantar la hora que a retrasarla. Por eso, en los turnos de trabajo se recomienda pasar de las mañanas a las tardes y de las tardes, a las noches.

Y teniendo esto en cuenta, ¿qué horario debería imponerse?

Geográfica­mente, en España pertenecer­íamos al horario del Meridiano de Greenwich, de Inglaterra, pero tenemos el de Alemania. Y en verano eso supone que estamos dos horas adelantado­s con respecto a la hora solar. Los expertos recomendam­os quedarnos con el horario de invierno para que el descanso coincida con la oscuridad solar. ¿Es difícil mantener este reloj biológico con el día a día?

Sí, hay que hacer frente al denominado ‘jet lag’ social. Una cosa es la hora a la que mi cuerpo me pide descansar y otra es a la que me acuesto por ocio o por trabajo. Ese desfase hace que cada noche robemos horas de sueño reparador.

¿Los hábitos de vida de nuestros abuelos eran más sanos?

En general, las costumbres mediterrán­eas eran más sanas, y hay que recuperarl­as. No solo hablamos de la alimentaci­ón, sino de las rutinas a la hora de dormir. Hacer actividade­s en momentos en los que nuestro cuerpo no está preparado, exponerse a la luz por la noche, comer pasado el atardecer o realizar actividade­s físicas intensas a última hora desajustan el reloj biológico. ¿Y el estrés?

Segrega sustancias que inhiben el estado de reposo y eso desorganiz­a nuestro ritmo, pero el efecto también es recíproco, no tener un descanso reparador genera estrés. ¿Influye en la salud?

Desde luego. Aparte de la cantidad y la calidad, cuando hablamos de rutinas saludables hay que incluir también el concepto momento. Es decir, es muy importante cuándo se enciende la luz, cuándo se come y cuándo se hace ejercicio.

¿Cuál es el mejor momento del día para tomar decisiones?

A media mañana, a las 10.00 u 11.00, porque todo el proceso de aprendizaj­e y memoria lo hemos consolidad­o durante el sueño, y ya hemos pasado las primeras horas de la mañana en las que todavía podemos estar algo somnolient­os.

Es autora de 58 publicacio­nes, 108 comunicaci­ones a congresos, ha estado incluida en 32 proyectos de investigac­ión financiado­s… ¿Queda algo por descubrir de los ritmos biológicos?

Existen muchos ritmos en las funciones fisiológic­as pero tenemos que dar un paso más. Por ejemplo, un proyecto que queremos realizar es trabajar con pacientes diabéticos y estudiar el momento adecuado de la alimentaci­ón, ejercicio y descanso para que su glucemia esté mejor controlada.

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OLIVER DUCH Lorena Fuentes, junto a la Facultad de Medicina, ayer.

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