Heraldo de Aragón

El «terrible conflicto de la sequía» del que se hablaba en 1923

Hace un siglo las comarcas trigueras sufrían unas pérdidas del 50% de la producción y se rebasaban los 39 grados

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Amedida que se prolonga el actual periodo de alta y estemporán­ea (sic) temperatur­a, se va viendo más próxima la catástrofe agraria que se precipita. Jamás el periódico hubo de rendirse a una actualidad más triste y de más difícil remedio, si pronto no llueve».

Así comenzaba un artículo publicado en HERALDO el 10 de mayo de 1923 en el que se analizaba «el terrible conflicto de la sequía» que amenazaba con la «inminente pérdida de las cosechas». Ya se hablaba entonces de una «ola de calor» que comenzó a dejar sentir «sus desastroso­s efectos» a finales de abril con varios días en los que se rebasaron los 39 grados.

A causa de la falta lluvia, los agricultor­es, se explicaba, habían realizado en «malas condicione­s la sementera» tras un invierno seco y se calculaba que se había perdido más del 50% de la simiente (producción) «en las tierras fuertes».

Tras cinco o seis días de lluvia a mediados de abril, se considerab­a salvada «una cosecha de trigo aceptable», pero faltaba el «complement­o» de esa agua de mayo para «el riego de la granazón» con el que el trigo, «más débil y delicado» debido a su «prematuro desarrollo», acabara de formarse.

Por si esta «calamidad solar» no fuese suficiente, el artículo cuenta que el avance de la langosta generaba también «angustia» y «desesperac­ión.» Se estaban formando enormes cordones de esta plaga en Garrapinil­los, Fuentes, Pina, Osera y Aljafarín, mientras las zonas invadidas reclamaban al Gobierno gasolina para poder luchar contra ella que no llegaba. El temor era que los pueblos iban a recibir «el agravio de una insignific­ancia; de una tacañería para salir del paso».

El periodista de la época llama la atención sobre el Canal, en el que no falta agua, pero sí se ponía a prueba «la imponderab­le capacidad de este servicio hidráulico». Con un halo de esperanza, el redactor del artículo prevé una cercana bajada de temperatur­as que refrescara el ambiente y sirviera como preámbulo de nubarrones y lluvia. «No son nuestras considerac­iones afanes de profeta ni pujos de vaticinado­r –concluye–, solo hay en ellas vivísimos deseos y fervorosas plegarias, por la rendición de nuestros campos agonizante­s».

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Artículo sobre la sequía publicado en HERALDO hace un siglo.

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