Sánchez hace del 28-M una cruzada personal muy medida
«Hace unos años podíamos llegar a dos semanas de unas elecciones autonómicas y municipales con dudas sobre dos comunidades y tres o cuatro ciudades; a este 28 de mayo llegamos con muchos más escenarios abiertos», admite un socialista con muchos trienios de experiencia. El PSOE afronta la campaña con la asunción de que nada está escrito y de que, pese a sus buenas sensaciones, todo cabe: puerta grande –entendiendo como tal conservar la presidencia de las nueve autonomías y de los ayuntamientos que conquistaron en 2019, cuando estaban «en la cresta de la ola»– o enfermería.
Es una máxima muy repetida en el partido, que mientras la derecha es capaz de mantener tensionado a su electorado, el socialista se comporta con un «motor diésel». Por eso y porque cada vez se decide el voto más tarde (el 30% lo hace en los últimos días antes de las elecciones, cuando hace unos años esa cifra rondaba el 10%), Pedro Sánchez lleva semanas tratando de llenar el depósito con anuncios y medidas en materias como vivienda, educación o, ahora, la sequía.
La implicación tanto del presidente como de sus ministros ha sido y seguirá siendo máxima. Solo anoche, los candidatos de Valencia, Barcelona, Madrid o Zaragoza contaron con el apoyo, repartidos, de las vicepresidenta Nadia Calviño y Teresa Ribera y los ministros María Jesús Montero, Miquel Iceta y Pilar Alegría. A pesar de que los ciudadanos distinguen entre unos comicios y otros, del 28-M se hará una lectura nacional que impactará sobre las legislativas de diciembre.