Heraldo de Aragón

Tan nuevo y tan viejo

- Christian Peribáñez

que los sigo confundien­do. Sé que uno es díscolo y malote y que el otro hace lo que puede por mantener las formas. Me refiero a Guillermo y Enrique, véase William y Harry, los hijos del ya coronado Carlos III, cuyo protagonis­mo en los fastos y ceremonias del fin de semana fue más bien comedido.

Al malo –al de la pérfida Meghan– se le escondió, no fuera a liarla o, peor aún, no fuera a hacerse un Ernesto de Hannover. Al otro, al de Kate, lo cierto es que tampoco se le vio en exceso por la tele, pero el príncipe heredero sí demostró que sabe manejar a la perfección el lenguaje del siglo XXI. Desde las cuentas de Instagram y Twitter del palacio de Kensington, su residencia, publicó un vídeo para las redes que es una auténtica delicia de lo bien grabado que está. Todo son ángulos casuales, sin trípode, con Kate y los pequeños haciendo monerías, con sus fundidos y músicas épicas, con mensajes emotivos sin ser sensiblero­s... El príncipe William también pronunció un breve discurso al día siguiente de la coronación antes del concierto aquel en el que volvió a quedar en entredicho la calidad del directo de Kate Perry. Sus palabras, su naturalida­d y su forma de comunicar también fueron muy alabadas. Hubo quienes incluso dijeron que este manejo de las redes hace que una coronación parezca algo moderno, si bien avispados analistas tuiteros tampoco dejaron pasar la oportunida­d de criticar que «todos pensábamos que en 2023 los coches serían voladores». Junto al texto, con la fecha del día, aparecía la carroza dorada, exagerada, barrocamen­te adornada del ya rey Carlos III.

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