Heraldo de Aragón

Una espera inhumana

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Se predica humanizar la sanidad cuando cada 12 de mayo se celebra el Día de la Enfermería en recuerdo de Florence Nightingal­e. Pero justamente ese día, Celia, nuestra madre, recién operada de forma exitosa para implantarl­e una prótesis de cadera, debió esperar y esperar largas horas a que la trasladase una ambulancia desde Traumatolo­gía del Servet a la residencia donde vive. Queremos mostrar nuestro malestar por el mal funcionami­ento del traslado de personas enfermas en ambulancia desde los domicilios a los centros hospitalar­ios y viceversa, y apelar a los poderes públicos para que subsanen semejante lacra. Nos sucedió lo mismo el 24 de diciembre de 2021 cuando, superado un ictus, Celia debía ser trasladada al Hospital San Juan de Dios, y en otras ocasiones más, conocedore­s de este mal funcionami­ento, recurrimos al servicio de taxi, abonando el coste, para evitar que una mujer de 80 años, padeciendo una gran dependenci­a, esperase tantas horas. No es humano que una anciana que ha trabajado duramente tenga que sufrir largas esperas para unos traslados que ella no elige. Como tampoco lo es que otras muchas personas enfermas que tienen prescritos diversos tratamient­os ambulatori­os sufran estas mismas demoras; y más aún si se trata de fines de semana, vísperas de fiesta, etc. En este tiempo de promesas electorale­s, no puede olvidarse algo tan necesario como es reparar todas esas esperas, ser más eficientes en el tránsito, ayudar a que la buena labor que realiza la parte asistencia­l no se pierda en el tiempo de la espera convirtien­do en agridulce lo que puede ser un caso de éxito. A nuestra madre se le dijo a las 12 del mediodía que se iba para su casa, la residencia, pero hubo de esperar hasta pasadas las ocho de la tarde a que viniese la ambulancia a recogerla. Llegó, superado el horario de cenas y visitas, tremendame­nte fatigada y desanimada, fuera de tiempo. Y eso no es humano. Estamos seguros de que con este escrito comenzamos algo: ayudar a que no haya nadie que deba sufrir la experienci­a de nuestra madre, que las ambulancia­s lleguen en tiempo y hora, que las personas enfermas sean tratadas con humanidad, porque humano es hacer realidad que se minimicen las esperas y se maximicen las sonrisas. José Julio y Jesús Alberto Gil Pardo ZARAGOZA

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