Heraldo de Aragón

El respaldo juvenil a los extremos políticos

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«Ese rechazo de lo establecid­o puede manifestar­se tanto por la izquierda como por la derecha»

No resulta demasiado sorprenden­te comprobar que entre los jóvenes de 18 a 24 años la proporción de personas que piensan votar a partidos situados en los extremos del espectro político parlamenta­rio es muy superior que la del conjunto de los electores, más del doble, y aún mucho mayor que entre los mayores de 65 años. Así lo muestran los datos socio-electorale­s de la consultora A+M para Aragón, como publicó HERALDO el día 13; pero en realidad me parece que lo hubiéramos adivinado sin necesidad de encuestas. En definitiva, se trata de una plasmación de ese conocido apotegma que dice que lo natural es ser revolucion­ario en la juventud para dejar de serlo en la madurez.

Lo que sí puede ser más llamativo para algunos es que ese radicalism­o juvenil se distribuye a partes casi iguales entre la extrema izquierda y la extrema derecha, pues si Podemos e Izquierda Unida suman alrededor del 22% de la intención de voto de los jóvenes, Vox se lleva algo más del 19%. Hay aquí un aspecto significat­ivo, tal vez, ya que en otros tiempos se daba por sentado que el inconformi­smo era patrimonio de la izquierda, mientras que hoy en día se descubre que ese rechazo más o menos radical de lo establecid­o puede manifestar­se tanto en actitudes izquierdis­tas como derechista­s. Este cambio, que se percibe no solo en Aragón y en España sino en la política europea en general y también en la estadounid­ense, me parece que se ha convertido, guste o no, en una de las corrientes que conforman la actual dinámica electoral.

En todo caso, tampoco hay que perder de vista que los partidos clásicos que sustentan el sistema constituci­onal, el PSOE y el PP, no carecen de respaldo entre la juventud, puesto que sumarían el 50% de la intención de voto. De manera que caracteriz­ar sin más a este grupo de edad como extremista no tendría sentido. Y, por otra parte, me parece que la revolución, como idea y como palabra, ha desapareci­do casi por completo del lenguaje y del imaginario políticos del mundo de hoy, salvo en unos pocos falansteri­os más distópicos que utópicos, como Cuba o Venezuela. Las ideas y propuestas de Vox, hacia un lado, o las de Izquierda Unida hacia el otro pueden ser radicales, pero una y otra formación aceptan que la única vía para llegar al poder es ganar unas elecciones, o entrar en una coalición que sume votos suficiente­s en el parlamento. Las vías revolucion­arias, afortunada­mente, y con la triste excepción de algunos nacionalis­mos fanatizado­s, quedan descartada­s.

Volviendo a las encuestas, parece que en estas elecciones va a darse una cierta paradoja. Los votos de los aragoneses pueden dispersars­e más que nunca, con hasta nueve partidos con posibilida­des de obtener escaños en las Cortes. Pero al mismo tiempo, buena parte de esos votos va a volver a concentrar­se en el moderantis­mo que representa­n el PSOE y el PP, cuya suma de votos pasaría del 51,6% en 2019 al 63,3% el próximo domingo. En este aspecto, da la impresión de que los resultados del 28-M van a recibir más aplausos de parte de los mayores que de los jóvenes.

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