La revolución educativa está en la inteligencia emocional
El rendimiento y el éxito escolar están estrechamente ligados a una buena salud emocional. Así lo pusieron de relieve numerosos expertos en el congreso celebrado la semana pasada en Zaragoza
Si un niño tiene conflicto con sus padres o una situación de acoso, es normal que no atienda cuando se le explica en clase quiénes eran los reyes godos o el área del triángulo». Así explica Juan Antonio Planas, presidente de la
Asociación Aragonesa de Psicopedagogía (AAP), la importancia de la inteligencia emocional dentro de las aulas. «La Lomloe lo menciona en cinco momentos, pero queda al albur de la voluntariedad del profesorado. Hay centros que ya están aplicando programas, pero no es lo general.
Como se explicó en el encuentro del fin de semana, un problema emocional sin resolver desemboca en una dificultad de aprendizaje», añade.
Se refiere al V Congreso Internacional de Inteligencia Emocional y Bienestar, organizado por esta misma asociación en el
World Trade Center de Zaragoza. Cuatro conferencias, una mesa de debate, 15 talleres, más de 70 comunicaciones y pósteres, cuatro ‘emotalks’ internacionales y nueve simposios se sucedieron durante los cuatro días de celebración de estas jornadas, que contaron con más de 500 asistentes.
En él, se abordaron cuestiones sobre cómo introducir nuevas estrategias, aprendiendo a pensar y desarrollando un pensamiento más crítico y creativo; cuál es la relación entre la educación emocional y el éxito escolar; qué papel tiene la docencia a este respecto o cómo la formación especializada puede prevenir el acoso y problemas de salud mental en el aula.
Sobre cómo introducir la inteligencia emocional en la clase, Planas señala que debería ser algo transversal a todas las materias y etapas: «En primer lugar, hay que aprender a ponerle nombre a las emociones: la rabia, el temor, la vergüenza... Trabajar conceptos la solidaridad de empatía por delante y resiliencia, de la competitividad, el trabajo en equipo, la tolerancia a la frustración, el optimismo. Y aprender a disfrutar de las pequeñas cosas que nos da el día a día, algo que los niños y adolescentes de hoy en día no hacen».
En esta integración, el papel del profesorado resulta clave. «El profesor tiene que ser el líder emocional. No solo transmitir conocimientos, sino también valores, sobre todo en las etapas más tempranas, porque los más pequeños aprenden de las actitudes que ven en otras personas», matiza.
Una tarea que no resulta sencilla y que requiere de formación permanente para el docente, ya que necesita herramientas con las que combatir determinadas actitudes y mensajes muy presentes en la sociedad actual: «Lo complicado es que ahora los jóvenes ven y escuchan a muchos ‘influencers’ que venden el triunfo fácil, que basta con tener un golpe de suerte o llamar la atención. Ese lenguaje es nefasto, porque eso lo consiguen muy pocos. Lo que sirve en la vida es ser buena persona, perseverante, trabajador… Y eso hay que transmitirlo en la escuela».
Junto a la educación emocional, el encuentro puso de relieve otros aspectos que jugarán un papel fundamental en la revolución educativa de los próximos años, como la neuroeducación, la inclusión, la igualdad de género y la inteligencia artificial.
Sede internacional
El congreso abordó también la inteligencia emocional en todos los órdenes de la vida, desde el laboral al político, pasando por lo social, lo ambiental y la salud y el bienestar. «La parte educativa es importante pero hay que promoverlo en todos los ámbitos. La persona con buena salud emocional enferma menos, se cura antes, vive mejor… Tiene un mejor rendimiento en la escuela, pero también en lo laboral, y, en general, es más feliz. Así se construye una sociedad mejor», apunta Planas.
Tras el éxito de esta última edición, la Asociación Aragonesa de
Psicopedagogía reivindica la capital aragonesa como ciudad internacional de la inteligencia emocional. Desde la celebración del primer encuentro de esta categoría, en el año 2013, se han realizado cinco congresos internacionales, numerosos másteres, encuentros, cursos, investigaciones y publicaciones en nuestra ciudad.
Además de seguir creciendo y consolidando Zaragoza como un
referente internacional de este ámbito, mantienen la propuesta que se puso sobre la mesa en la tercera edición del congreso: que el 21 de mayo se celebre el día internacional del halago, para fomentar el refuerzo positivo, el reconocimiento social y la verbalización de las emociones positivas.
El presidente de la AAP sugiere también una invitación para próximas ediciones: «El alumnado de carreras de psicología y educación debería salir de sus lecturas y participar en este tipo de encuentros, porque es algo muy interesante que incluir en el currículum».