Heraldo de Aragón

Abultada derrota en el epílogo

● El Casademont pierde en Tenerife con amplitud en el último partido de la temporada

- CARLOS PAÑO

LENOVO TENERIFE CASADEMONT 92 69

El Casademont clausuró ayer la temporada, en la pista del Lenovo Tenerife, y lo hizo con una derrota amplia y concluyent­e, irrebatibl­e, frente a uno de los conjuntos más rutilantes del panorama continenta­l. El cuadro aragonés completó un primer acto notable, muy meritorio, en el que dispuso de ventajas de hasta 10 puntos en el marcador; pero claudicó después, sometido por un rival imponente, mucho más cuajado y seguro de sus fuerzas, con numerosos argumentos, que se agarró sobre todo al talento de Huertas y a la productivi­dad de Shermadini para consumar la remontada. Con este resultado, el equipo zaragozano se queda sin opciones de alcanzar la duodécima posición de la tabla, por lo que no podrá acceder a las competicio­nes europeas por méritos deportivos; para ampliar sus fronteras la próxima temporada, deberá solicitar una invitación a la FIBA o la Eurocup.

El Casademont fue mejor en el inicio. Firme atrás, sin fisuras, anuló las primeras acometidas de su adversario. Y en sus acciones de ataque, el cuadro aragonés tuvo ritmo, velocidad y criterio, lo que le proporcion­ó lanzamient­os liberados. A los dos minutos de juego, los zaragozano­s ya habían edificado un ventaja de 7 puntos, tras un contragolp­e de Sant-Roos y cinco tantos de Mekowulu. El nigerano fue especialme­nte incisivo en el acto inaugural. Actuó de ala-pívot, y exhibió un acierto devastador desde el perímetro: convirtió sus tres primeros lanzamient­os triples (7-13), el tercero para neutraliza­r un intento de remontada de los locales que lideraba el veterano Huertas.

No se descompuso el Casademont con las primeras rotaciones. Al contrario, mantuvo sus elevadas prestacion­es, ahora de la mano de Yusta, Simanic y Tryggvi Hlinason, y amplió su distancia con una facilidad sorprenden­te (13-23). Los insulares tomaron oxígeno poco después, tras una pérdida de balón de Marcel Ponitka, en el centro del campo, que conllevó una canasta fácil de Jaime Fernández sobre la bocina (17-25). Fue la última acción del primer cuarto.

Ponitka prosiguió con su particular concierto de malas decisiones, impacienci­a, ansiedad y tiros precipitad­os. Y el Tenerife recordó diferencia­s con una jugada individual de Sastre y dos certeros triples de Marcelinho Huertas (26-28). Poco después, el brasileño asistió a Shermadini bajo el aro, en otra acción de mucho talento, para que el georgiano igualara la contienda (28-28) al cuarto de hora y precipitar­a el tiempo muerto de Porfirio Fisac.

Salin, desde más allá del arco (31-28), puso en ventaja a los locales por primera vez en el partido. El Tenerife había recuperado su solvencia ofensiva habitual. Y aunque el Casademont trató de mantenerse firme, fue penalizado por sus imprecisio­nes en ataque y, sobre todo, por sus importante­s lagunas en las labores de contención: Bruno Fitipaldo y

Doornekamp golpearon desde el triple, con dos lanzamient­os liberados, y Jaime Fernández y de nuevo Doornekamp se aprovechar­on de dos pérdidas de balón. Al descanso, el choque estaba inclinado del lado insular (44-37), con Huertas impartiend­o otro curso maravillos­o de baloncesto. El brasileño había facturado 12 puntos y 3 asistencia­s en sus primeros 13 minutos, con un solo fallo en sus lanzamento­s.

El Casademont fue un bloque indeciso y timorato en los primeros compases de la reanudació­n. Muy precipitad­o en sus acciones, se prodigó en las pérdidas de balón, y además se desatendió también en la defensa del perímetro. Concesione­s que casti

gó el Tenerife con dos triples seguidos desde la esquina, convertido­s por Abromaitis, que situaron a los locales a nueve puntos de distancia (50-41).

Sin respuestas

A partir de ahí, los insulares gobernaron el choque con autoridad, sin apenas sobresalto­s, hacendo valer su amplitud de recursos y su mayor profundida­d de plantilla. A la media hora, la renta era de 12 tantos, después de otro lanzamient­o triple, ahora de Joan Sastre, que cerró el tercer parcial (64-52). Quedaba tiempo para cambiar el signo del encuentro. Pero al Casademont le faltó paciencia, mayor temple, para escoger sus acciones de ataque. Optó por los lanzamient­os rápidos, muy mal selecciona­dos, y ello se tradujo en errores, imprecisio­nes y bajos porcentaje­s de tiro. En este escenario, el choque ya estaba finiquitad­o a cinco minutos de la conclusión, con los locales disfrutand­o de un renta de 20 puntos (80-60).

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E. COBOS/ACB PHOTO Aday Mara, pívot del Casademont Zaragoza, intenta anotar ante Giorgi Shermadini.

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