Feijóo siempre vuelve y la partitura propia de Lambán
Dice Murakami: «Las buenas noticias, en la mayoría de los casos, se dan en voz baja»
Sabíamos que Aragón es un perfecto campo de pruebas para casi todo. Y más ahora, cuando España se juega tantas cosas. Quizá por ello el candidato Alberto Núñez Feijóo, líder del PP con la complicidad de Isabel Díaz Ayuso –todos han aprendido de la batalla soterrada con Pablo Casado–, toda una tigresa indomable en casa, no tiene pereza alguna en venir a Aragón. Ya son tres veces, y algunas que había venido antes de los comicios. Lo hace porque intuye que aquí, feudo tradicional de Javier Lambán y sus mesnadas, puede pescar en mojado y en seco.
Todo está muy justo, y nadie está seguro de lo que vaya suceder, haga lo que haga Aragón Existe, convertido en el Hamlet de la campaña. Ni el arquitecto Tomás Guitarte podía llegar a más ni Teruel Existe a tanto. Resulta una insólita paradoja que una formación política concebida para reivindicar y defender un territorio específico, lejano, hermoso y solo, ahora pueda convertirse en la manija y en el indeciso compañero de viaje de la nueva gobernanza de Aragón. ¿Aceptará o no firmar con Vox para respaldar al caballero Azcón, empujado a la fuerza al primer plano autonómico por Feijóo? ¿Solo se entenderá con Lambán para conformar un alternativa de izquierdas? ¡Quién sabe! La política es un territorio fantástico de arenas movedizas, y la realidad y la ficción se cruzan, se niegan, se empujan y hasta se aniquilan.
Javier Lambán llevaba meses dándole vueltas a un tema antiguo: la Orquesta Sinfónica de Aragón. Cuando se inauguró el Auditorio –quizá el foro más decisivo y universal porque por aquí ha pasado medio mundo– ya se debatía este asunto. Habría que pedir luz y taquígrafos, repasar informes y consensos, estudios de viabilidad, análisis de las orquestas en otras comunidades, conciertos y deudas; habría que ver los debates y las citas del consejero Faci y de sus directores generales con los expertos. Es un tema complejo y un poco suicida: un territorio que no ha sido capaz de crear un centro para sus producciones audiovisuales y un centro musical –para la jota, la música popular, la música clásica y el rock y el rap–, que no ha sabido ni sabe qué hacer con las Letras Aragonesas y los premios Aragón-Goya, que no ha podido pagar los 10.000-12.000 € de esos galardones, de repente se plantea un proyecto que se irá a los tres millones como mínimo. Y que lo haga cuando termina la legislatura puede sonar a broma pesada. Lambán usa el lema musical «Con voz propia». Quizá debiera dejarse aconsejar por Murakami: «Las buenas noticias, en la mayoría de los casos, se dan en voz baja».