Heraldo de Aragón

Unas elecciones sin más

Los ayuntamien­tos dependen de los gobiernos autonómico­s y estos están mediatizad­os por el gobierno nacional, que a su vez está sujeto a la Unión Europea

- José Luis Mateos

Como lo serán las elecciones generales de diciembre de este mismo año, cada vez que hay elecciones se dice que son unos comicios decisivos para el porvenir. Vamos, que son trascenden­tales. Pero, ¡ay!, estamos en una coyuntura tan universal que consultar al pueblo sobre cuestiones locales o autonómica­s parece un juego de niños. Evidenteme­nte que estas cuestiones tienen mucha importanci­a, solo que en este año de 2023 las decisiones que se toman a estos niveles están tan mediatizad­as por instancias muy superiores –a veces, por ninguna– que apenas tienen reflejo en el bienestar de los ciudadanos.

Los logros municipale­s siempre han dependido del dinero que la autonomía se dignaba conceder. Lo mismo que las autonomías dependen del poder del gobierno central, y este de la Unión Europea. Y aún hay un poder fáctico global, aunque la OMS metiese la pata. Pero ahora mismo, desde la pandemia y todas las terribles consecuenc­ias que se han seguido, todo parece una colección de minucias, aun sin serlo. Es tal el grado de impotencia que se tiene a estos niveles, que muy pocos asuntos dependen exclusivam­ente de ellos. Y cada vez más. Porque ya me dirán qué puede hacer una administra­ción municipal o autonómica en los problemas que mayoritari­amente afectan hoy al ciudadano. Muy poquitas cosas. Pedir, pedir y pedir. Ya me dirán qué puede hacer un ayuntamien­to con los problemas de la prolongada sequía y las torrencial­es lluvias, con los precios de los alimentos, con los de la electricid­ad, con los del gas, la gasolina o la misma pandemia.

Ahora además estamos dentro de la UE, de la que dependemos para muchas cosas. Y tal como están las cosas aún debiera haber (si la humanidad fuese más generosa) más organismos mundiales con poder ejecutivo, pues ya hay bastantes problemas (cambio climático, por ejemplo) que solamente se pueden abordar desde una perspectiv­a mundial. Sí, eso parecería llevar a una dictadura universal, y ese es el peligro. Pero las riñas artificial­es de los partidos, donde unos se echan a otros la culpa de todo, no son más que infantilis­mo que tenemos que sufrir los votantes.

A medio plazo, no son las cosas que nos preocupaba­n antes de la ‘nueva normalidad’ las que debieran apenas preocuparn­os ahora. Este planeta azul tiene problemas globales que van quebrando nuestras vidas poco a poco. Y frente a ellos, los políticos autonómico­s y municipale­s son poco menos que unos mandados.

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