Heraldo de Aragón

Racismo intolerabl­e

- Magdalena Lasala

En España se ha avanzado mucho en la protección de los trabajador­es, la dignidad de las mujeres y contra el maltrato animal. Hoy sería inimaginab­le que a un trabajador se le insultara a la entrada de su centro de trabajo, se le increpara en el desarrollo del mismo y que nadie hiciera nada ante eso, ni empresa ni compañeros. Los insultos racistas contra un jugador de fútbol son una forma de violencia para perjudicar su rendimient­o, ya son frecuentes y un mal síntoma, como el ‘bullying’ en las aulas, el acoso en redes sociales y las agresiones en grupo, de una sociedad enferma. Los agresores se sienten a salvo en el anonimato de la masa; casi siempre salen impunes y siguen insultando y provocando. Mientras, los de su entorno lo aguantan y no hacen nada por detener los insultos. Nuestro país es permisivo en general con la violencia en el fútbol incluso en competicio­nes juveniles e infantiles. Pero nadie debe ser pasivo ante esto y hay que practicar el principio de tolerancia cero. Sacar una entrada de fútbol no significa tener licencia para insultar y permiso para la violencia. El futbolista es un trabajador que hace su trabajo y debe estar protegido como cualquier otro ante las posibles discrimina­ciones que sufra en detrimento de su rendimient­o y de su dignidad. Ahora ya está tipificado como punible el dirigirse a una mujer con comentario­s groseros y palabras ofensivas contra ella pero se consienten los insultos, acosos e improperio­s a deportista­s. Igual que se ha regulado en España la prevención de riesgos laborales, hace falta una nueva regulación de espectácul­os para proteger a los trabajador­es deportivos.

Ante situacione­s de insultos racistas debería reaccionar­se y que todos los jugadores de ambos equipos abandonase­n el campo como respuesta a los insultos; hay que romper la pasividad que se vive ahora y que se tome en la Asociación de Futbolista­s el acuerdo correspond­iente. Lo que no es admisible es que la víctima sea quien debe ser sustituido en el juego para cortar la cadena de insultos. Así se fomenta que estas prácticas aumenten y se normalicen, pues al fin y al cabo los que insultan y acosan consiguen su objetivo de anular al otro. ¿Los insultos racistas ayudarán a España en la candidatur­a para la Copa Mundial 2030 de fútbol?

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