Heraldo de Aragón

Un magnífico colofón

- J. Miguel Tafalla

Puso ayer punto final Alberto Zapater a su dilatada carrera en el Real Zaragoza en un colofón extraordin­ario, con La Romareda llena, al completo, con los sentimient­os a flor de piel y sin que nadie dejara su lugar en el estadio hasta que no concluyero­n los actos del adiós a alguien que, en verdad, nunca se irá. Fue una noche cargada de profundas emociones zaragocist­as, de honra al último gran capitán y, a la vez, al club y su historia.

Rodeado de su familia, compañeros, entrenador­es y grandes figuras del Real Zaragoza de otras épocas, quienes también contribuye­ron a hacer grande a la institució­n, Alberto Zapater se ha despedido como futbolista de la primera plantilla lleno de felicidad y en paz consigo mismo, a pesar de no haber podido dejar a su equipo en Primera División, como era su anhelo en esta segunda etapa en el club.

Quiso, por su parte, la afición del Real Zaragoza llenar La Romareda de un sentido y apasionado ambiente en una noche especial, para arropar con su presencia al capitán y trasladarl­e, con el conocido cántico de ‘Zapater, Zapater... Zapater te quiero’, un cariño que perdurará en el tiempo y en los corazones. Se sumó a los actos, con su presencia en Zaragoza, en el palco y sobre el césped, el presidente del Real Zaragoza, Jorge Mas, que, con este gesto, mostró su sensibilid­ad con el momento y la figura de Zapater.

Acostumbra­dos a despedidas discretas y hasta opacas en algunas veces, esta vez se vivió un adiós que, en el fondo, no es un adiós, sino un discurso de continuida­d de un sentimient­o, unos colores y un escudo. De alguna manera, como dijo el propio Alberto Zapater anoche, el Real Zaragoza se reivindicó a sí mismo en su grandeza.

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