Heraldo de Aragón

«Los buenos bailarines no sufren, disfrutan»

- ANTONIO ALMENARA Profesor de danza MARIANO GARCÍA

¿Y usted, ¿cómo se hizo bailarín?

Soy del barrio Oliver y de niño me gustaba mucho la jota. Un día, con 14 años, cogí el autobús para ir a ver el Festival de Primavera. Conocí a un bailador, le dije lo que quería y me lo quitó de la cabeza. Me recomendó que hiciera ballet y que fuera a la escuela de María de Ávila. Y allí fui. La tenía aún en el Coso.

En 1974 no era muy frecuente que un chico quisiera hacer ballet.

Por eso en la escuela me hicieron un recibimien­to enorme. No puedo decir que mis inicios fueran duros o que en el colegio sufriera algún tipo de discrimina­ción o burla cuando supieron que hacía ballet. Nada de eso. Tuve el apoyo de mis padres y de María de Ávila, que gracias a ella soy lo que soy.

Una curiosidad. Usted rodó con Ava Gardner y Omar Sharif. ¿Cómo fue la experienci­a?

Divertida. Hice de derviche y bailé en la mezquita de Córdoba para una serie de la BBC, ‘Harem’.

Ha sido bailarín profesiona­l en el Ballet Clásico de Zaragoza, en el Ballet Nacional y ‘freelance’. Es difícil vivir de la danza en España.

Mucho. Y cada vez se está poniendo peor porque no hay compañías y el horizonte se vuelve cada año más negro. La situación en España es muy distinta a la de países como Alemania o Francia. Hoy un bailarín está condenado a emigrar: de Zaragoza por supuesto, y segurament­e también de España.

Aquí está La Mov.

He colaborado con la compañía y me gusta mucho su trabajo. Pese a las dificultad­es, da oportunida­des a los bailarines de aquí. Ojalá La Mov recibiera más apoyo.

Le dolió la desaparici­ón del Ballet de Zaragoza.

Fue un error, aunque segurament­e debería haber tenido otra gestión.

Dio clases en el Ballet de San Francisco.

La enseñanza es mi gran vocación. Donde más cómodo estoy es en el centro de danza con mis alumnos. Empecé a dar clases en un gimnasio con 21 años, cuando aún bailaba, y luego he trabajado en las mejores escuelas de España, en el estudio de María de Ávila, en la compañía de Víctor Ullate... Y también en el San Francisco Ballet. Sorprenden­temente, nada de ello se me ha reconocido hace poco cuando he concursado a la bolsa de trabajo del Conservato­rio Municipal Profesiona­l de Danza. He quedado tercero.

Pues en el sector lleva fama de ser el mejor profesor de danza de España para bailarines masculinos. ¿Lo es?

Yo creo que no, hay muy buenos profesiona­les en nuestro país. Todo lo he aprendido de los demás.

Usted exige mucho.

En la época actual se busca el mínimo esfuerzo y eso no vale en ballet. La danza clásica es la base de todo y solo se puede bailar de dos formas: bien y mal. Y para hacerlo bien hay que trabajar mucho. A algunos niños les parecen muchas tres clases a la semana y en realidad son pocas. Si quieres ser bueno en algo, trabaja a diario.

¿Cuál es la principal cualidad de un bailarín? ¿La armonía, el equilibrio, la elegancia?

La pasión. Te da la facilidad para aprender y capacidad de trabajo.

¿Y resistenci­a al sufrimient­o?

Se dice mucho que para ser buen bailarín hay que sufrir pero... no sé si esa frase es del todo exacta. Esfuerzo hay mucho pero sufrimient­o creo que no. Los buenos bailarines no sufren, disfrutan.

¿Son muy distintas las formacione­s de bailarín y bailarina?

La base es para todos igual pero, cuando se llega a cierto nivel, hay que diferencia­r, preparar a las chicas para las puntas y a los chicos para saltos y giros. Es muy importante no solo corregir un hombro o una rodilla, sino también, y sobre todo, enseñar bien la técnica correcta. Si no la enseñas, el alumno se puede hacer mucho daño. La danza clásica no es una actividad natural: se fuerza el cuerpo al máximo, se obliga a las piernas a dar rotaciones extremas. Hay que medir bien el paso, el empuje y las caídas. El ballet mal dirigido genera lesiones.

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GUILLERMO MESTRE Antonio Almenara, en su centro de danza del Barrio Oliver.

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