Heraldo de Aragón

Care Santos, Nueva York a vista de pájaro

- ANTONIO G. ITURBE

El loco de los pájaros

Care Santos. Destino: Áncora & Delfin. Barcelona, 2023. 368 páginas.

Care Santos es una escritora tenaz que ha desplegado su carrera en la literatura juvenil y la de adultos con una peculiarid­ad que me llama la atención: sus novelas juveniles son muy adultas, con temas son fuertes y sin sacarina. En cambio algunas de sus novelas de adultos, como sucede de manera muy especial en ‘El loco de los pájaros’, tienen un inconfundi­ble aire de fábula. Ojo al dato: fábula no quiere decir chapotear en almíbar como un melocotón. De hecho, las fábulas que más nos gustan siempre tienen algo de perversas. Y esta historia es exactament­e así: la bella idea de llenar Nueva York de estorninos por parte de un señor encantador que acaba resultando catastrófi­ca.

El protagonis­ta es Eugene Schieffeli­n, un hombre adinerado en el Nueva York apacible de mediados del siglo XIX, cuando ni siquiera habían nacido los rascacielo­s. Lleva una vida acomodada, tal vez incluso insulsa. Al ser el hijo menor de una familia propietari­a de una lucrativa industria farmacéuti­ca, siempre ha quedado al margen de la sala de máquinas de los negocios familiares. Convierte sus paseos por los parques de Nueva York y la observació­n de los pájaros en su principal actividad. La calma chicha burguesa de los Schieffeli­n se rompe con la llegada como un tornado a la casa de la calle 14 con Broadway de un personaje muy potente de la época: la periodista Nellie Bly. Care Santos hace que su retrato de Nellie Bly nos absorba en su torbellino de curiosidad, agudeza y arrojo en una época en que se esperaba de las mujeres que fuesen estatuas de cera.

Schieffeli­n anda tristón tras la muerte de su hermana que tanto quería. Como un homenaje a ella, devota de Shakespear­e, decide viajar a Reino Unido y traer a Nueva York ejemplares de uno de los pájaros que aparecen en sus obras, especialme­nte queridos por su hermana: los estorninos. Eugene Schieffeli­n existió en la realidad y tuvo la ocurrencia de introducir en Estados Unidos las aves que aleteaban en las páginas de Shakespear­e (también introdujo el gorrión). Por razones que vale la pena leer en el libro, su romántica idea tuvo, años después, una malísima derivada.

En la novela es especialme­nte interesant­e ese narrador que a cada poco se gira hacia el lector y te va engolosina­ndo con el relato como un contador de historias sentado en la butaca de un salón, con esa juguetona capacidad para que la historia sea ligera sin ser banal. A Nellie Bly la perdemos de vista en cierto momento y te das cuenta de que el gran personaje de esta historia es la propia ciudad de Nueva York, que se despliega en estas páginas como un origami.

Aprovechan­do que Care Santos es una escritora cercana, en kilómetros y en actitud, le pregunto qué tiene Nueva York que la cautiva: «Es un lugar que me hace feliz, y no sé si la felicidad es muy explicable. Comencé por visitar sus teatros, hace ya años porque soy muy espectador­a teatral, y poco a poco fui ampliando el radio de mis intereses a librerías, biblioteca­s singulares, museos y esas calles siempre atiborrada­s de gente por las que me gusta caminar durante horas. En una hamburgues­ería de la tercera avenida me pidieron matrimonio hace ya varias décadas… ¡y dije que sí!».

No me resisto a preguntarl­e si, visto lo visto, Eugene Schieffeli­n con su idea de desplegar estorninos en Nueva York, que trajo funestas consecuenc­ias, ¿es un héroe o un villano?: «Es un señor que tuvo una hermosísim­a mala idea».

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ANTONIO GARCÍA Care Santos.
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