Casamiento medieval en un Teruel abarrotado de visitantes que se emociona con sus Amantes
La recreación de los desposorios forzados entre Isabel de Segura y Pedro de Azagra, con dramatismo y comicidad a partes iguales, entusiasmó al público
TERUEL. Teruel palpita desde ayer con la historia de sus amantes Isabel y Diego, a la que más de 100 actores dan vida por las calles llenando la ciudad de amor del siglo XIII. Cientos de personas abarrotaron la Plaza de la Catedral para emocionarse con la boda forzada entre la joven enamorada y Don Pedro de Azagra, punto de arranque de la tragedia amorosa que se ha convertido en un filón turístico para la capital turolense en pleno febrero.
La representación, que combinó a partes iguales dramatismo y comicidad, enganchó desde el primer momento al público, que abarrotaba la plaza desde una hora antes pese al viento helado que barría el lugar. La escena, obra del director teatral aragonés Alfonso Pablo, empezó en realidad a los pies de la torre mudéjar de San Martín, en la Plaza del Seminario, donde una comitiva con el Señor de Azagra a lomos de un caballo negro partió hacia la Catedral abriéndose paso entre la multitud.
Fue, como exige la historia, una boda llena de contrariedades y de reticencias por parte de Isabel, quien, pese a creer que su amado, Diego de Marcilla, ha muerto en la batalla, no quiere casarse con Azagra. La hechicera Simonica avisó desde el principio de que en ese enlace no había amor y de que todo acabaría en tragedia. También el hermano pequeño de Diego intenta impedir el matrimonio asegurando que este sigue vivo. A Isabel se le cae de las manos el anillo que debía colocarle a Azagra y hasta el cura que oficia la ceremonia derriba el atril de un empujón accidental. La tristeza en el rostro de Isabel contrastó con las ocurrencias chistosas de algunos de los otros personajes.
Desfile a caballo