La protesta en el siglo XXI
Lamento profundamente los desafíos que enfrentan los agricultores y creo que la mejor manera de respaldarles es a través de una reflexión sobre las tácticas empleadas. El fin de semana del 10 y 11 de este mes, durante un viaje familiar me encontré con tres tractoradas. La primera, en Zuera, donde los manifestantes bloquearon la carretera durante más de tres cuartos de hora, liberando el tráfico de manera muy limitada. Esta situación generó retrasos, estrés y pérdida de conexiones. La mayoría de los viajeros carecemos de responsabilidad directa en los problemas de los agricultores, pero nos vimos afectados por las consecuencias de sus protestas. La violencia y el resentimiento expresados en esta acción no ayudan a la resolución de los problemas, sino que perpetúan una atmósfera de confrontación y generan odio. La segunda tractorada tuvo lugar en Calamocha, donde bloquearon la carretera pero, después de que se tomaran las imágenes pertinentes, liberaron el tráfico rápidamente. Aunque esta acción causó la pérdida de unos 15 minutos, fue tolerable. Hubiese sido incluso efectiva si se hubiera dado un aviso previo. Una comunicación anticipada ‘in situ’ permitiría a los conductores comprender mejor los motivos de la protesta y mostrar más empatía hacia los agricultores. La tercera protesta ocurrió en mi viaje de regreso: los manifestantes en Calamocha optaron por colocar los tractores a un lado de la carretera, exhibiendo banderas y carteles. Aunque la presencia de la protesta era evidente, no hubo bloqueo. Esta forma de manifestación fue más efectiva para los manifestantes y menos perjudicial para los viajeros. Abogo por una innovación en las tácticas de protesta en el siglo XXI, dejando atrás los métodos arcaicos del XIX. La adopción de enfoques más pacíficos y comunicativos podría generar un mayor apoyo hacia las legítimas preocupaciones de los agricultores. Espero que se tome en cuenta esta reflexión para el beneficio de todas las partes involucradas en las muchas manifestaciones que ocurrirán en el futuro próximo.
Álvaro Serra ZARAGOZA